El Juicio de la Historia

Por Francisco Ruiz

Tijuana BC 28 de marzo de 2017 (GT).- Años atrás, leí una anécdota sobre el Benemérito de las Américas, quien durante su transitar por México para salvaguardar la integridad del Gobierno de la República, se hospedó en casa de uno de sus más cercanos colaboradores.

A la mañana siguiente, como era su hábito, el oaxaqueño despertó muy temprano y solicitó agua tibia para asearse a una mucama, quien reprendió a don Benito tildandolo de “igualado”, derivado de su condición indígena. Momentos después, la misma mujer se acicalaba para recibir al huésped de honor, de quien desconocía hasta el nombre.

Al presentarse don Benito, todos se pusieron de pie mientras la trabajadora doméstica le recibía con un mal gesto, justo antes de enterarse que al “indio” que había menospreciado era precisamente el Presidente de la República. Al percatarse de quién era aquél hombre, la dama sumamente avergonzada y angustiada, aguardaba lo que imaginaba sería una tremenda reprimenda, sin embargo, Juárez se limitó a sonreír y a conminarla para adoptar una actitud cordial y respetuosa hacia sus semejantes sin importar su aspecto físico o condición social.

Confieso que no me he corroborado la veracidad de este relato, por lo que me limitaré a calificarlo como una sabia metáfora sobre la imperiosa necesidad para que en los actos y actitudes del Hombre, prevalezca la humildad, la mesura y la prudencia.

En estas fechas me resulta difícil dejar de referirme a Benito Juárez y al extinto candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien nació en Magdalena de Kino, allí donde hoy reposan sus restos mortales, luego de convertirse en leyenda aquella tarde de marzo del ‘94.

Del sonorense destaco su oratoria, su carisma y el magnífico discurso que pronunció en el Monumento a la Revolución hace 23 años, justo un par de semanas antes de que lo asesinaran.

La historia privó a Donaldo de la oportunidad para que la sociedad calificara su desempeño como Presidente pero nos permitió, o al menos a mi en lo particular, atesorar una profunda frase que he hecho mía: “…provengo de la cultura del esfuerzo y no del privilegio. Como mis padres, como mis abuelos, soy un hombre que confía más en los hechos que en las palabras…”.

P. D. “Existe
una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia y que es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará.”: Benito Pablo Juárez García.

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