El año electoral

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 2 de enero de 2016(GT).-El 2016, es un año electoral. Eso lo distingue de cualquier otro.

Les guste o no, la política reactiva un tanto la economía.

El primer domingo de juio próximo, concretamente el día 6, habrá comicios en Baja California, al igual que en otras entidades del país.

Aquí habrá elección de alcaldes, síndicos procuradores, regidores y diputados locales. Todos saben qué es lo que buscan los políticos. Sus propuestas son solamente un “gancho”, para tratar de jalar a los electores a las urnas.

Hablando burdamente, saben que la pretensión les va a costar. Y bastante.

Prácticamente van a hacer una compra. No propiamente en el acto, pero van a dar y a ofrecer, tratando de lograr algo a cambio. Bien dicen que nadie da nada, sin esperar algo a cambio.

Los electores, al menos un a gran mayoría, ya no se entusiasman ante la proximidad de unos comicios. Saben que al final, todo es lo mismo.

Llegan muy gentiles, hasta la puerta, hablan de proyectos, de panoramas halagadores, de expectativas. Pasados los comicios, ya no regresan. Si acaso a llevar algunas despensas o cobijas.

Pero la política no es solo despensas y cobijas.

Es más, si en campaña los políticos tienen que recorrer calles y tocar puertas, pidiendo el voto, ya en fuciones, son los electores los que acuden a ellos, los que les tocan puertas, pero ni las abren, ni los escuchan.

Ese es el problema de la política. Es difícil la relación entre políticos y electores. Cuando se da, es una relación prostituida a base de intereses. Dicho con todo respeto, los políticos usan a los electores como si fuesen mujeres malas. Los usan, los dejan y nunca más vuelven a buscarlos. Bueno, al menos hasta los próximos comicios.

Los políticos creen que engañan a los electores. Y lo seguirán haciendo, en tanto que los electores no reaccionen. En tanto que dejen de ser simples receptores de despensas y cobijas. De fungir como meros escuchas y aplaudidores, de actos simulados. De supuesto diálogo y dizque entendimiento.

Porque las propuestas de cada proceso electoral, son las mismas que se han de utilizar en el siguiente, y en el siguiente. Y así eternamente.

Temas que, como tales, ya están sumamente desgastados, en tanto que los problemas se agudizan y se acumulan a la ya casi eterna problemática social.

Pero, volviendo al tema central del comentario, la política logra reactivar un tanto la economía. Para muchos, son rtiempos de “vacas gordas”.

Muchos requieren servicios y artículos diversos. Otros, simplemente se dejan querer.

Tratando de que las contiendas ya no sean tan onerosas, y de evitar que se tenga que recurrir a financiamientos dehonestos e ilegales, que generan compromisos difíciles de cumplir, cada día se ha modificado la legislación, y ya le restaron la condición de festejos a los procesos electorales.

Los procesos, prácticamente ya pasan desapercibidos. Son desangelados. Mucho más con los mismos candidatos de siempre. Aún no concluye la gestión del cargo por el que compitieron en las elecciones más recientes y ya andan buscando otros.

Ni siquiera les preocupa rendir buenas cuentas. Saben que el sistema les protege. Les permite cometer todo tipo de atrocidades, no los castigan por ello y, cínicos que son, vuelven a competir, como los más impecables.

Ese es el círculo vicioso. Los corruptos van y regresan. Por eso, cada día es menor el número de electores que van a las urnas.

Es como cuando el PRI era homogénico. Los electores no votaban, porque de cualquier forma ganaban los priístas.

Hoy que reina el partidismo, los políticos continúan saqueando al país.

Por eso es el dencanto electoral. Es tanto como la vía para legitimar la dictadura. Los políticos hacen lo que les da la gana y los electores tienen que tolerarlos.

En México, esta prohibido revocar el cargo a los políticos corruptos.

También está prohibido, procesarlos y castigarlos.

Los ciudadanos están vetados para ocupar cargos públicos. Se abrió la ley electoral, creando las candidaturas independientes, pero la rendija es tan estrecha, que es difícil, casi imposible, que los ciuidadanos lleguen a ocupar cargos públicos, sin depender de los partidos políticos.

Cuando llegan, el sistema les hace la vida imposible. Les hace ver torpes. Erráticos. Ineptos.

Mientras la sociedad mexicana madura, políticamente hablando, al menos hay que aprovechar el aspecto positivo de cada proceso electoral.

Al menos la reactivación económica. Aunque el dinero de cada proceso, sale del bolsillo de los contribuyentes.

Si los políticos invierten en una contienda, no es dinero de ellos. Pero lo hacen, porque saben que en el cargo, han de recuperar lo invertido. Con creces.

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