Reduce comercio de segunda mano toneladas de emisiones que contaminan atmósfera: CIGA

Tijuana, BC 5 de junio de 2016 (GT).- Gracias al volumen y valor de las mercancías de segunda mano comercializadas entre California y Baja California, en 2015 se dejaron de emitir a la atmósfera varios miles de toneladas de dióxido de carbono (CO2), el equivalente a no usar por un año todo el parque vehicular de Tijuana, de ese tamaño es la contribución ambiental del comercio de segunda mano.

Así lo declaró hoy José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, fecha que invitó a celebrar comprando usado, afirmando que el comercio de segunda mano debe ser reconocido como un servicio ambiental.

“Alargar la vida útil de un producto es doblemente benéfico para el medio ambiente; es más sustentable utilizar más tiempo un producto ya fabricado porque, por un lado, se ahorra el uso de nuevas materias primas que no se extraerán de la naturaleza, además de la energía y el agua necesarios para la producción y, por otra parte, no se generan nuevos residuos”, explicó.

Aclaró que si bien las metodologías son aún algo rudimentarias y precisan más rigurosidad académica y científica, los cálculos gruesos del conocimiento no científico y datos de campo revelan que el comercio de segunda mano en la región de California y Baja California promueve que dejen de emitirse a la atmósfera miles de toneladas de CO2.

El director del CIGA afirmó que la frontera es un laboratorio vivo, económica, ambiental y socialmente hablando, para poner en práctica la sustentabilidad, pues se comercializan productos usados que van desde carros, hasta ropa, lavadoras, muebles, electrónicos, electrodomésticos, copiadoras, llantas, madera, zapatos, entre muchos otros.

“El mundo se mueve en esta dirección y la frontera es vanguardia, ejemplo internacional; debemos dignificar y agradecer a los facilitadores de este fenómeno con arraigo histórico y cultural en la región Tijuana-San Diego, a quienes a veces de forma despectiva son llamados ´segunderos´, gracias por su trabajo y compromiso con el medio ambiente y la sustentabilidad”, expresó.

Parece que olvidamos pronto, añadió Zavala Álvarez, antes buscábamos y comprábamos cosas duraderas, pero hoy nos fascina la versión más actualizada y desechamos cosas que aún funcionan para comprar otras nuevas; “Comprar usado, no nuevo”, podría ser el eslogan de una nueva y gigantesca campaña para proteger al medio ambiente.

“Ya no más, el efecto de lo desechable implica un corto y único uso que al volverse generalizado nos asfixia e inunda; la vida útil de los productos que nos ofrece el fabricante es cada vez más corta, porque se impone la necesidad de la industria de seguir creciendo y aumentando la producción, programando lo que habrá de ser obsoleto”, criticó.

La fecha de caducidad con argumento sanitario o de salud, agregó el director del CIGA, se convierte en una trampa para mantener la producción; igual de “desechable” es la bolsa de mercado que utilizamos unos minutos u horas que el carro que se “desecha” por viejo a los 10 años, es el mismo concepto, pero con un impacto gigantesco.

“La legislación y regulación ambiental reconoce estos beneficios desde ya hace tiempo, sin embargo, no se ha reflejado suficiente y efectivamente en programas o acciones, puesto que intereses y políticas públicas contradictorias no permiten avanzar con certidumbre en la sustentabilidad, además de que las variables y actores no se articulan ni alinean”, opinó.

Un fuerte subsidio y protección a la industria nacional automotriz, finalizó Zavala Álvarez, llantera, textil, de muebles y de autopartes, dificulta el comercio de segunda mano en la frontera, además de que aranceles artificiales, impuestos y cuotas son utilizados con discrecionalidad y políticas públicas centralistas, dañando al ambiente y a la comunidad.

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