Por Francisco Ruiz
Tijuana BC 8 de noviembre de 2016 (GT).- La improvisación ha sido una constante en la Administración Pública de nuestro país, muy en especial en Baja California y Tijuana, no se escapa de este mal. Es así como a mediados del siglo XX, el expresidente Adolfo López Mateos aseguró que: “La Revolución Mexicana fue la revolución perfecta, pues al rico lo hizo pobre, al pobre lo hizo pendejo, al pendejo lo hizo político, y al político lo hizo rico”.
Tal vez, es por eso que muchas de las nuevas generaciones de políticos en Baja California consideran al oficio político como una fuente de ingresos y no como el ejercicio de nuestras convicciones, mucho menos como una responsabilidad social.
Comencé mi carrera en el servicio público a la edad de 20 años, a la par del fin de mi formación como profesionista. En mi desarrollo he conocido a grandes servidores públicos y tengo la fortuna de contar entre ellos a grandes amigos pero sobretodo, admirados mentores a quien en reiteradas ocasiones les cuestioné el motivo por el cual me habían contratado, su respuesta siempre fue la misma “México necesita sangre nueva, gente que no este viciada”.
Es por ello que estoy convencido de que la profesionalización del servicio público en los tres niveles de gobierno es de vital importancia, es fundamental su evolución. Sin embargo, resulta lastimosa la actitud de recelo y rechazo por parte de temerosos “viejos lobos de mar” que concentran todo su esfuerzo en simular un cambio, sentados en el pasado.
Han transcurrido varios años desde mi incorporación al quehacer público, en ese transitar aprendí mucho y el reto en mí sigue vigente, pues todo aquel que tiene la fortuna y enorme responsabilidad de aparecer en la nómina del gobierno, tiene el deber de continuarse preparando.
Y es que la exigencia social para consolidar la ciudadanización del ejercicio del poder, en gran medida, se ha derivado de la imagen negativa que se le ha impuesto al oficio político.
Si bien actualmente se ha intensificado la participación ciudadana en la agenda pública, los índices de confiabilidad en el oficio político se han reducido en un significativo porcentaje, ello como consecuencia del mal empleo de las funciones propias de la administración pública en los tres niveles de gobierno en nuestro país.
Por todo ello, una vez más me atrevo a proponer la profesionalización del quehacer político como estrategia electoral basada en resultados. Nuevas estrategias, nuevos resultados.
P. S.- El Hombre -y la mujer- es el único animal que tropieza dos veces -y muchas más- con la misma piedra.