“Los Padrinos Mágicos”

Por Francisco Ruiz

Tijuana BC 4 de mayo de 2017 (GT).- Durante el último cuarto del siglo XIX y el inicio del siglo XX, los nombres de varios personajes que figuraban dentro de los círculos más íntimos del Presidente Porfirio Díaz, se mordían las uñas en espera de conocer el nombre del “elegido”.

En la primera ocasión, el grupo compacto porfirista se preguntaba quién sería el sucesor del General Díaz durante su primer mandato; luego de hacer alarde de sus juegos de misterio, Porfirio se inclinó por su compadre Manuel González, quien ocupó el despacho presidencial entre 1880 y 1884, para luego devolverlo a su antecesor. La realidad es que el Héroe del 2 de Abril, nunca se fue.

Luego, ya entrado el nuevo siglo, la Vicepresidencia de México fue “la manzana de la discordia”. Don Porfirio envejecía y existía una alta probabilidad para que quien protestara como vicepresidente se convirtiera Presidente de México a la postre. Ramón Corral fue el designado por Díaz. Porfirio se fue y Ramón también.

Más de cien años han transcurrido desde el fallecimiento de Porfirio Díaz, y la vieja costumbre del padrinazgo aún perdura. Pareciera que el tiempo transcurre pero el Hombre político no evoluciona.

Justo en 1993, cuando la ansiedad se apoderaba de los nervios de los aspirantes a Presidente de la República por el partido tricolor, quien resultó como abanderado declaró: “…solamente con trabajo, con tesón, con perseverancia, con disciplina y haciendo bien las cosas…podía demostrar que tenía los elementos y las características para poder ser considerado…”. Hoy tal parece que ese, al igual que muchos otros pensamientos Luis Donaldo Colosio, se hicieron polvo.

El rejuvenecimiento demográfico junto a la acelerada evolución tecnológica ha provocado la activación política de las nuevas generaciones. Por ello resulta lamentable que persista el mezquino interés de padrinos mágicos empecinados en preservar los cotos de poder reclutando a jóvenes que representan la continuidad de estos vicios y la seguridad de sus efectos, bajo el amparo de una deuda o un apellido.

Por fortuna existen honrosas excepciones que creen auténticamente en la capacidad de los jóvenes, y se encargan de promover el relevo generacional sustentado en una preparación profesional, seria y ética, con resultados tangibles y férreas convicciones enmarcadas en una competencia sana y congruente. Es así como verdaderamente se promueve la cultura del esfuerzo y se desdeña la del privilegio.

P. S. “Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama”: Aristóteles.

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