Los ídolos de barro

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 19 de julio de 2015 (GT).- La artesanía mexicana, es realmente extraordinaria. La tierra, con algunos ingredientes, la convierten en barro, y el ingenio, la creatividad y las habilidades manuales de los artesanos, producen maravillas, que sorprenden a cualquiera.

Pero eso de trasladar y aplicar las técnicas artesanales, a otras actividades humanas, como la política, es algo totalmente diferente. Aunque hay quienes lo hacen y el producto de ello es lo que podría llamarse “ídolos de barro”. Claro, esto es más común en el mundo artístico.

Conocen a una persona, hombre o mujer, con más o menos ciertos atributos. Y la empiezan a moldear, a fin de darle, ficticiamente, las características que no le dió la naturaleza.

Unas clases de oratoria, modelaje, actuación, incluso intervenciones quirúrgicas estéticas, para perfeccionar sus facciones, gimnasio, vestuario. Tarde que temprano, aquel individuo gris, hombre o mujer, sin personalidad definida, lo transforman y lo presentan como alguien exitoso, inteligente, visionario. Ideal para una candidatura.

Solamente quienes lo han conocido durante tantos años, pueden observar y distinguir los cambios. La transformación enorme lograda en base a la ciencia y a la técnica. Más algunas triquiñelas o mañas.

Pero ahí no termina la obra. Hay que seguirla trabajando, para dotarla de otros ingredientes. Por ejemplo, el contratar medios, para publicitarlo lo más abundantemente posible. Portadas de revistas, carteleras públicitarias, invitaciones a grupos, inducidas, la mayoría de ellas pagadas por el propio interesado.

En la mayoría de los casos, un puesto público, resulta excelente recurso o pretexto, para la proyección personal. Ideal la entrega de apoyos a grupos vulnerables. La foto con personas de la tercera edad, con niños desvalidos.

Cada uno de los detalles, es cuidado por los asesores de imagen. Preferentemente que no haga uso de la voz en público. En caso de ser estrictamnte necesario hacerlo, dotarlo de discursos o mensajes previamente escritos. Ante la posibilidad de secciones de preguntas y respuestas, proporcionarle “fichas técnicas” sobre temas específicos.

A veces pasa, como con los artistas, cuando tienen que actuar en público. Es común recurrir al “playback”, al exceso de maquillaje y el mostrar la anatomía más de lo común, para distraer a los espectadores. Con amplia “generosidad visual”, generalmente pasan desapercibidos los defectos.

En política, se requiere mucho más que eso. Tradicionalmente, tales recursos, se aplican solamente en época de procesos electorales. Por eso se les llama políticos temporaleros.

Generalmente se la pasan en la oficina de sus empresas, firmando papeles aquellos que tienen un puesto de gobierno, o en el café con los amigos, “componiendo” el mundo.

Ocasionalmente, algo raro, se dan un “baño de pueblo”. Acuden a una colonia, recorren sus calles o escuchan a un grupo de colonos, que desean exponer a alguien sus problemas. Quienes les visitaron en tiempos pasados, solicitando su voto, ya no regresaron. “ni por la feria”.

Estos eventos, los realizan o repiten con mayor insistencia, cuando están a punto de iniciar procesos electorales. Que se difundan en los medios, hata los detalles más elementales, piensan que es suficiente para tener los méritos suficientes para reclamar y ostentar una candidatura, a algo.

Nadie les dice, que los liderazgos sociales, no se inventan. Es más, ni siqiera se construyen “al vapor”. Como diría alguien por ahí : “ni que fueran sopas maruchan”. A los electores, no se les engaña tan fácilmente. Conviven con esos personajes, reciben sus obsequios, pero a la hora del voto, nada les obliga o conduce a votar por ellos.

Es muy fácil distinguir a los “políticos artesanales”. Generalmente, nunca abren la boca. Porque no tienen capacidad para el análisis, ni son libres e independientes para criticar a los malos gobernantes. En especial, si son del propio partido.

Nunca abordan, temas controversiales. El aborto, la homosexualidad, los matrimonios gay, la corrupción y muchos otros, están vedados para ellos. Los eluden, y cuando los cuestionan al respecto, se hacen los graciosos y contestan con una broma.

Baja California, prácticamente ya está en tiempos electorales. Si fuese temporada decembrina, diríamos que ya se observan los motivos navideños por doquier. En las reuniones de los llamados grupos políticos, los invitados son los mismos. Simplemente se rotan, aunque no tengan nada especial que decir.

Ya empiezan a aparecer las carteleras publicitarias, con los rostros de aquellos que aspiran a ostentar alguna candidatura y tratan de muestrearse lo más posible, para luego argumentar que es el pueblo el que pide verlos como candidatos.

Y como los malos ejemplos cunden, los presuntos “candidatos ciudadanos”, parecen estar disouestos a imitar a los políticos tradicionales. Sin trayectoria alguna, siendo unos completos desconocidos, suponen que por el solo hecho de afirmar que no militan en partido alguno, levantarán una cosecha enorme de votos. Aunque nunca hayan sembrado nada.

Lo interesante es observar que, ni los políticos tradicionales, ni los aspirantes a incursionar en la política, reúnen el perfil de los candidatos que requieren los tiempos actuales.

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