El hartazgo social

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 28 de abril de 2015 (GT).- Todo en la vida tiene un límite. Hasta las ligas de plástico, cuando las estiran demasiado, llega un momento en que se revientan. Lo mismo puede pasar con la tolerancia social. La paciencia de los ciudadanos.

Los políticos han abusado de los gobernados. Manejan las cosas públicas, como si fuesen de su propiedad. Roban, derrochan, permiten que otros lo hagan, y no les preocupa, porque están confiados en que nada les va a pasar.

Son tantos los corruptos, que todos se cubren, unos a otros. Conjugan a la perfección el verbo tapar : yo te tapo, tú me tapas, él nos tapa, ellos nos tapan, nosotros nos tapamos, todos nos tapamos. ¡ Qué chulada !

La mayoría de los políticos, tienen cola que les pisen. A pinocho, el del cuento, le crecía la nariz, cada vez que mentía. A los políticos, les crece la cola. Y no les da vergüenza. Bueno, son cínicos, nada les da pena.

Pero, aunque les diera, saben perfectamente que sus compañeros de partido, los van a proteger. No van a permitir que les finquen responsabilidades. Mucho menos que los envíen a la cárcel. El caso de Panchito, el exalcalde mexicalense priísta, es un claro ejemplo de ello.

También lo son, los de los demás exalcaldes priístas, tan ampliamente conocidos por todos los bajacalifornianos.

A su paso por la administración pública, cada político manotea lo que puede y está a su alcance. Si la acumulación de riqueza mal habida, ya es sumamente notoria, simplemente presume que es bueno para los negocios. “Dinero llama dinero”, dicen.

Total, saben que aunque le estiren y estiren, no pasa nada. Tal vez algún día reviente. Mientras eso ocurre, siguen retacándose de dinero los bolsillos.

El caso es que los partidos políticos los postulan. El “voto duro” de los militantes, les permiten lograr posiciones. Ya en la función pública, hacen lo que les da la gana. Los partidos nada más nos los enjaretan, pero nunca los vigilan, ni los reprenden.

Pero el resto de quienes integran el sistema político mexicano, ampliamente corrupto, también tienen la culpa. Por ejemplo, los órganos de fiscalización del gasto público, son mero parapeto. El lamado Orfis, la Contraloría Estatal y las Sindicaturas municipales. Cuestan un dineral, pero son totalmente ineficientes.

Cuando les encuentran algo, aunque los dictamenes técnicos sean detallados y contundentes, los legisladores, los protegen, votando en contra de que sean procesados.

Los órganos civiles, también tienen gran parte de culpa. Los organismos empresariales, son como los chinitos : milan y callan. Tienen los elementos en la mano, para hacer señalamientos y reclamos, pero guardan silencio, a cambio de privilegios. Hasta chamba consiguen, por sus complicidades.

Por ello, los gobernantes abultan las nóminas, con “fantasmas”. Otorgan contratos de compras, obras o servicios, en forma directa, sin licitación alguna. “Tanto batallar, para llegar a la función pública y no beneficiar a los compas o parientes. Es ahora o nunca”, ha de ser su proclama.

Los patrones, abusan de sus empleados. En los tribunales laborales, por regla general, les hacen el paro, los solapan o los encubren.

Cuando surgen los reclamos, los gobernantes hacen como que no los escuchan. Si salen a las calles a protestar, hacen como que no los ven. Las atenciones y gentilezas, son solamente para las campañas políticas. Después de cada comicio, les da amnesia y olvidan todo.

Esto ocurre en todo el sistema político mexicano. Sin distinción de partidos políticos. Los panistas, que gobernaron a México durante dos sexenios, lo hicieron, incurriendo en toda clase de excesos y frivolidades. Ahora proclaman que México requiere un cambio, que es intolerable la corrupción. Con cinismo cuestionan : “¿Quién dice que no se puede? ¡Claro que sí se puede!”. Cínicos.

Pero ellos no solamente no pudieron. Ni siquiera lo intentaron. Los hijastros de Fox, parecían príncipes.

Así mismo, aparentemente preocupados, pregonan que es necesario aumentar los salarios de los trabajadores. Simple bandera electorera.
Vale la pena el análisis, para entender el caso del actual gobernador panista de Baja California, Kiko Vega, cuando al trascender sus excesos y deficiencias, alguien pregunta si es que le van a hacer algo. Desgraciadamente, no va a pasar nada. Lamentablemente. Hasta que llegue el hartazgo social. Quizás entonces.
gil_lavenants@hotmail.com

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