Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 1 de abril del 2015 (GT).- Aunque parezca un absurdo, constantemente se advierte que “no se puede tapar el sol con un dedo”. Lo preocupante es que hay individuos necios, y torpes, en especial en el caso de quienes ostentan un cargo público, que se aferran en tratar de tapar el sol con un dedo.
Es el caso de la situación crítica que padecen los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, durante decenas de años, han sido explotados inhumanamente, con la complicidad y tolerancia de las autoridades de los tres niveles de gobierno, hasta que estallaron.
El problema es tan grande, y tan añejo, que es difícil ocultarlo. Taparlo, pues.
Preocupado por esta situación, pero no por las condiciones de vida de los jornaleros agrícolas, sino porque el conflicto trascendió fronteras y exhibe sus torpezas y negligencia, además de complicidades, cuando están a punto de iniciar las campañas electorales de los candidatos a diputados federales, el gobernador panista Francisco Vega de la Madrid, trata de esconderlo.
Esto, a base de boletínes de prensa mentirosos, que pretenden hacer creer que ya todo está resuelto, que ya no hay ningún problema, que los trabajadores que estaban en paro, ya regresaron a trabajar y que sindicatos y patrones –sindicatos blancos, por supuesto- ya pactaron un aumento salarial del 15%, con lo que, presumen, terminó el conflicto.
Pero esto no es del todo cierto. En representación de los jornaleros agrícolas, unas 500 personas recorren la entidad, para hacer constar que es falso que ya se hayan satisfecho o atendido sus reclamos, por parte de las empresas agrícolas. Que el pacto del incremento salarial, lo celebraron patrones con los sindicatos blancos, que no representan los intereses, ni defienden los derechos de los trabajadores.
Cabe observar, que el problema es más grave, de lo que parece. En el Valle de San Quintín, hay unos 550 patrones agrícolas, como empresas o como individuos, de los cuales 47 son empresas grandes, las que en su mayoría operan excelentemente, porque producen para exportar, y las compradoras de sus productos, exigen que operen conforme a las normas aplicables. De esas, 33 integran el Consejo Agrícola Estatal.
La cantidad de jornaleros agrícolas, varía enormemente. Unos dicen que son unos 40 mil. Otros, que la cifra llega a los 80 mil. Lo cierto es que la desatención oficial, es crónica. Durante años, los empresarios agrícolas, han operado con las manos libres. No están acostumbrados, ni permiten, que los revisen.
Este martes 31 de marzo, por primera vez, surgieron los nombres de las organizaciones sindicales que dizque representan a los trabajadores agrícolas, cuando la Secretaría del Trabajo del gobierno estatal, dió a conocer el depósito del convenio mediante el cual pactaron el aumento salarial, para tratar de dejar sin bandera a los jornaleros que recorren la entidad.
El Sindicato de Obreros, Campesinos, Cargadores, Operadores de Maquinaria en General, Similares y Conexos del Valle de San Quintín, adherido a la C.R.O.M., representado por Arnulfo Quintanilla Magallanes, titular de contratos colectivos de trabajo con Berrymex, S. de R.L. de C.V., Moramex, S. de R.L. de C.V., San José Baja Ranch, S. de R.L. de C.V., Rancho Agrícola Santa Mónica S. de R.L. de C.V., SM, Berry Land S. de R.L. de C.V., Fortino Heredia Villegas, y Empaque Dos Amigos S.A. de C.V.
También el Sindicato Nacional de Trabajadores Obreros de Industria y Asalariados del Campo, Similares y Conexos, adherido a la C.T.M. y representado por Jesús Ramón Espinoza Morales, que ostenta contratos con la Unión Agrícola Regional de Productores de Legumbres de la Costa del Estado de Baja California y Productora Agrícola Industrial del Noroeste S.A. de C.V.
Este tipo de organizaciones, salvo prueba en contrario, también son responsable de la explotación de los jornaleros agrícolas, porque celebraron contratos colectivos de trabajo, aseverando falsamente representar a los trabajadores de las empresas con las que los celebraron, pero que lo hicieron no para proteger a los trabajadores, sino a los patrones.
Amparados en tales contratos colectivos de trabajo, los empresarios agrícolas explotan a sus trabajadores, bajo condiciones de esclavitud, con la seguridad de que no recibirán reclamo alguno de parte de los sindicatos. Los supuestos líderes sindicales, son meros vividores.
Es importante destacar, que no solamente los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, son explotados. También reciben trato de esclavos, muchos trabajadores de empresas maquiladoras. Lo del sur de Ensenada, ha prendido los focos rojos.
La regla en las maquilas, es que pagan a sus obreros el salario mínimo, y a partir de este, les otorgan bonos, por varios conceptos, lo que hace que reciban montos de dinero superiores a lo que corresponden, conforme a los salarios mínimos, pero en base a bonos, por puntualidad, asistencia, productividad. El día que por cualquier causa, llegan unos minutos tarde a sus labores, les retiran todos los bonos y les pagan el salario mínimo “a secas”.
No utilizan el latigo, para dominar a sus trabajadores, ni les ponen grillete en los pies, para sujetarlos a la fuente de trabajo. Basta con pagarles salarios de hambre y condicionarles los ingresos adicionales, en base a productividad, puntualidad y limpieza.
Y también en las maquiladoras, como ocurre en los campos agrícolas del Valle de San Quintín, son comunes los contratos de protección, celebrados con los llamados sindicatos blancos. Esta es una realidad lacerante y deplorable, que Kico se aferra a “tapar con un dedo”.