Tijuana, B. C. 6 de agosto de 2017 (GT).- La forma de evitar que más residuos plásticos lleguen al mar para causar la muerte de especies y ecosistemas marinos está en reutilizar y reciclar, está en lograr una economía circular, porque el problema no es que el plástico sea “no biodegradable”, sino que al ser tan barato lo usamos una sola vez y lo desechamos.
Así lo consideró el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), oponiéndose a quienes afirman que tardar entre 500 y mil años en biodegradarse es una característica mala del plástico, ya que, por el contrario, que sea duradero es una virtud que debe aprovecharse.
“Dañan ecosistemas marinos, especies mueren por comerlos o al quedar atrapadas en ellos desde muy chicas; también se fragmentan en micro plásticos, como los que fabricamos y se usan como pequeñas esferas en cremas y cosméticos defoliantes, los micro plásticos no son inertes y pueden ser portadores de tóxicos”, explicó.
Ser “no biodegradable”, insistió, también significa duradero y todos queremos productos que puedan usarse muchas veces, que no sean desechables, pero el plástico es tan barato que muchas veces lo usamos una sola vez, se requiere más conciencia ciudadana y una responsabilidad social empresarial extendida.
Comentó que, según cálculos de la Confederación de Cámaras Industriales en México, cada año se producen 9 mil millones de botellas PET, que representan casi una tercera parte de la basura doméstica generada en el país; es decir, que cada año, en promedio, 90 millones de botellas de refrescos y agua purificada son lanzadas a las vías públicas, bosques y playas de México.
Recordó que en febrero de 2017 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó la campaña #MaresLimpios, que busca para el año 2022 lograr la eliminación de los productos plásticos que hoy generan el 90% de la basura marina en los océanos del planeta.
Luego de que información oficial de ese Programa indica que en los últimos 50 años creció veinte veces la producción mundial de plásticos, Zavala Álvarez citó un informe publicado en 2015 por el mismo PNUMA, el cual reveló que cada año llegan al mar 20 millones de toneladas de plásticos, afectando a cientos de especies.
Explicó que los residuos orgánicos, como son los restos de plantas y animales, incluyendo restos de frutas y verduras y los procedentes de la poda de plantas, son materias orgánicas biodegradables que al llegar a lagos y mares demandan oxígeno en su proceso de biodegradación, el oxígeno disuelto en agua que otros seres vivos ocupan, lo que produce zonas muertas en las costas próximas a las ciudades.
“Una de las más grandes preocupaciones es la desembocadura del Río Misisipi en el Golfo de México, miles de kilómetros cuadrados sin vida acuática y creciendo cada vez más, en donde el nivel de oxígeno en el agua es tan bajo que la vida marina no es viable, porque muere o emigra”, señaló.
Añadió que, recién la semana pasada, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), comunicó que la “zona muerta”, como se conoce a esta porción de la cuenca atlántica en el golfo de México, alcanzó su mayor tamaño en la historia, casi 23 mil kilómetros cuadrados
“La descarga en Tijuana de aguas residuales ricas en nutrientes en San Antonio del Mar, a orillas de la costa, no solo es una preocupación sanitaria por la carga bacteriana, sino que también produce una zona muerta hasta que se dispersa la pluma con la corriente”, agregó Zavala Álvarez.
Los residuos orgánicos son biodegradables y el plástico no, recalcó, los primeros causan zonas muertas en la vecindad de la costa y los plásticos islas de basura flotando en el océano; la clave está en el manejo acorde y en la separación de residuos, porque al no mezclarse conservan su valor y ello facilita su reciclaje.
Finalmente, reiteró que la solución de fondo es adoptar patrones de producción y consumo sustentables, pero ante la emergencia de gestionar mejor el ciclo de vida de los plásticos y reducir su impacto en ecosistemas marinos, es necesario construir una cadena de valor, especialmente en torno a los envases y embalajes de plástico.