MOVER A MEXICO. SIGLO XXI
Por: Wilfrido Ruiz Sáinz
Tijuana BC 24 de febrero de 2015 (GT).-El tema que nos ocupa, está relacionado con la Constitución General de la República, con el poder ciudadano, con la cultura de la legalidad, así como con las previsiones entorno a la esfera jurídica del ciudadano. No se nos debe olvidar, que el titular de la soberanía, la última instancia del poder, es el pueblo. El Artículo 39 del Código Político Fundamental, establece: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. Esta afirmación constitucional que constituye una verdad evidente, se reafirma con la máxima expresión “Nosotros el Pueblo”, la cual proviene de la Constitución de Estados Unidos de Norteamérica.
Por su parte, el pueblo de México, en pleno ejercicio de dicha soberanía, decidió depositar y subsumir su poder soberano en la Constitución General de la República de 1917, cuyo antecedente más remoto es la Constitución de Apatzingán de 1814, misma que tiene su fuente en el documento histórico del Padre José María Morelos y Pavón, denominado “Sentimientos de La Nación”.
Ahora bien, se considera que la Constitución Federal de México, que contiene la voluntad soberana del pueblo, fija los derechos y garantías fundamentales del ciudadano, la División de Poderes, la Forma de Gobierno, las atribuciones y delimitaciones del Poder Público. Estamos ante la Supremacía de la Constitución. Dicho de otra manera, es preciso expresar que nada ni nadie debe estar por encima de la Constitución. En otras palabras, es la Ley de Leyes. Es la piedra angular del Estado de Derecho.
Así mismo, el Artículo 40 de la Carta Magna, en su parte relativa reza: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República “representativa, democrática…”. Esta verdad evidente significa, que nosotros el pueblo, hemos decidido vivir conforme a una democracia que funciona por medio de la representación. Sin embargo y lamento decirlo, en México hemos tenido y tenemos políticos, que se consideran intocables creyendo erróneamente, que están por encima de la ley. La actuación disimulada, los excesos y corruptelas de malos gobernantes, han violado de manera reiterada el juramento de guardar y hacer guardar la Constitución. La corrupción, el conflicto de intereses y la impunidad, representan un cáncer para la Nación. Tristemente, he llegado a la conclusión de que los malos servidores NO aman a México. Todo lo contrario. Engañan y roban. La conducta de pirata, es una franca agresión y violación de la Carta Fundamental. Los “políticos iluminados”, viven en la opulencia que se deriva de acciones inconfesables y gozan de impunidad ya que la mayoría nunca pisa la cárcel. Vivimos una democracia incipiente, desgastada y débil. Los “tlatoanis iluminados” NO escuchan la voz de la ciudadanía y prefieren disciplinarse ciegamente a las instrucciones y caprichos de sus partidos.
Finalmente, es preciso expresar que para que un país pueda sobrevivir y progresar, es indispensable que se observe y se aplique un Estado de Derecho, que se respete y se imponga un sistema de leyes, que garantice los derechos civiles y constitucionales del ciudadano. Un sistema jurídico, que asegure la libertad, la paz, el progreso, la seguridad. Por lo tanto, la ciudadanía de México, en pleno ejercicio de nuestro poder soberano, debemos EXIGIR un alto inmediato a la corrupción y a la impunidad de los “políticos iluminados”. El reclamo ciudadano exige la transparencia y rendición de cuentas. Tengo esperanza que esto ocurra, cuando un mayor número de ciudadanos independientes, ajenos a los chanchullos y componendas de los partidos políticos obsoletos y decadentes, decidan participar en la cosa pública. Vox Populi, Vox Dei.