Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 4 de agosto de 2015 (GT).- Los políticos, que aspiran a participar en las elecciones del 2016, al menos un par en Tijuana, están confundidos o adquirieron el complejo de objetos comerciales. Creen, o suponen, que haciendo aparecer sus nombres en carterleras espectaculares, lograrán atraer a los electores y aventajarán a sus posibles rivales.
Seguramente alguien les dijo, que ese era el camino ideal. Colocar su nombre en espectulares, ubicados estratégicamente, en varios puntos de la ciudad, de tal forma que sea visto por automovilistas o peatones, en sus recorridos diarios.
Como los productos comerciales, o sea los que salen al mercado, para adquisición de los consumidores en general. Aparecen machaconamente en radio, en televisión, en medios impresos, hasta que generan en los consumidores la curiosidad por probarlos, y en un momento determinado, los compran.
Esa es la publicidad comercial. La mayoría de las veces, surte efectos. Pero la insistente aparición o mención del producto, presentado por una bella mujer, un actor de moda o algún deportista, es por un tiempo prolongado.
Quien presenta el producto, finge saborerarlo. Hace como que lo prueba y repite insistentemente las características del mismo. Se incrustran en horarios especiales, de acuerdo al tipo de consumidores. Definitivamente, la publicidad comercial, no es igual que la política.
En la publicidad política, se trata de una mera referencia genérica o incluso la simple mención del nombre o del apellido. Y no se pueden señalar características o cualidades del personaje, si no es período de campaña, porque la legislación electoral no lo permite, o si se hace durante el proceso electoral, la contabiliza.
Además, la publicidad política, es sumamente cara. Generalmente cuesta el doble de las tarifas ordinarias.
Pero si los políticos piensan, que la publicidad comercial, será benéfica, para sus proyectos personales, deben saber que hacerlo, durante períodos cortos, es pérdida de tiempo, y de dinero. Si acaso, darán motivo para el cotorro. Para aparecer en las columnas políticas, pero no para fortalecer las posibiliades de una candidatura.
Para quienes lo que les sobra es el dinero, pues adelante. Cada quien lo gasta, como mejor le parezca. Para quienes habrán de quebrar el “cochito”, se les recomienda que mejor lo guarden, para costear sus posibles campañas, hoy tan caras, por la inflación y la disparidad del peso frente al dólar.
Vale la pena advertir, que hay políticos que son muy conocidos. El ostentar algún cargo de elección popular, o el haber sido directivos de alguna organización, pública, privada o social, les permite aparecer en los medios constantemente. Estos personajes, suponen que ya la tienen hecha. Que hasta las piedras los conocen. Pero no es así.
Los conocen, en su zona de confort. Sus amigos, Sus vecinos. Los integrantes de sus respectios clubs. Los estratos sociales en los que se mueven. Pero hasta ahí. En las colonias, fraccionamientos o asentamiantos humanos, ubicados en la perfiferia de la ciudad, ni en el mundo los hacen.
Y no los conocen, siendo realistas, porque no solamente nunca han visitado esas zonas, nunca han hablado en defensa de ellos, ni han movido un dedo para auxiliarles a resolver un problema.
Esa es la enorme diferencia. Los productos comerciales, son para adquirilos y consumirlos. Los políticos, es necesario conocerlos, pero no solamente en imagen, no sólo de palabra, sino en acciones.
Y algo más, los políticos deben probar, que no son siervos del sistema. Sobre todo, un sistema que ha sido injusto y ha dejado en el abandono a los grupos vulnerables.
Para ello, tienen que manifestarse rebeldes, ante el sistema político que gobierna, insensible y corrupto.
Entonces, tienen que demostrar que reúnen el perfil de broncos. Que son seres indomables.
Eso no se logra de un día para otro. Mucho menos con dos o tres carteleras espectaculares.
Un detalle más, los aspirantes a cargos de elección popular, no solamente deben parecer broncos, sino serlo. Durante mucho tiempo y no solo como treta para una contienda electoral.
Los políticos temporaleros, ya no apantallan a nadie. Menos aún, si su trayectoria muestra una personalidad distinta. Seres dóciles, convenencieros, negociadores. Gente del sistema.
Y conste, el sistema no solamente produce o genera políticos tradicionalistas, identificados con algún partido en particular.
También los hay, quienes desde otros frentes, sirven de simple comparsa, títeres o braveros de simulacro. Hasta ahí.
Ya llegará la hora en que los electores pidan, a la larga lista de aspirantes, que den un paso al frente los realmente broncos e independientes. Quizás, ninguno lo de.