Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 6 de abril de 2016 (GT).- A fines de noviembre de 2012, muchos mexicanos empezaron a perder el sueño, al saber que a partir del 2013, el gobierno federal mexicano, estaría en condiciones de fiscalizar las cuentas de ahorro de mexicanos, que abrieran en bancos estadounidenses.
El invertir en el extranjero, es uno de los recursos de los mexicanos, al igual que el de individuos de muchos países, para tratar de esconder el dinero mal habido y evitar el pagar los impuestos correspondientes.
Cuando se habla de esto, de inmediato se habla de Suiza, como uno de los paraísos fiscales más conocidos, en donde el capital no paga impuestos, o al menos pagan las tasas menores que las que se cobran en México.
Luego de Suiza, el punto más común, por su cercanía, lo era Estados Unidos. Muchos mexicanos optaban por cruzar la frontera, para abrir una cuenta bancanaria en dólares, donde guardaban lo recaudado ilegalmente y además, les permitía soportar los vaivenes de la depreciación del peso.
Resultaba un abasurdo, que México, siendo un país de pobres, tuviera entre ellos a los hombres más ricos del mundo. En especial, que no pagaban impuestos o sea que no tributaban a la hacienda pública mexicana.
Tratando de acabar estas irregularidades, la Secretaría de Hacienda y Crédto Público, en el 2010 empezó a negociar con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, para firmar un convenio mediante el cual le proporcionara información sobre las cuentas de ahorro de mexicanos en la Unión Americana.
Por fin, en enero de 2012, firmaron la llamada Ley FACTA, Foreing Account Tax Compiance Acta, mediante la cual ambos países intercambiarían, en formas automática, información sobre las cuentas bancarias de los ciudadaos de ambos países, en el extranjero.
La idea era advertirles a los mexicanos que guardaban sus “ahorritos” en bancos estadounidenses, que ya se les había acabado ese privilegio. Que tenían que pagar en México, los impuestos, por sus ingresos.
En enero del 2014, se anunció que el Servicio de Administración Tributaria, revisaría los depósitos de mexicanos en bancos extranjeros. Se calculaba en unos 10 a 15 mil millones de dólares, de ahorros de mexicanos en bancos de Estados Unidos. Y nuevamente, empezaron a temblar esos “ahorradores”.
Además de ocultar los recursos respecto de los cuales no pagaron impuestos, en territorio mexicano, los llevaban al exterior, porque en tanto que en México tienen que pagar tasas impositivas del 30%, en otros sitios, apenas cubrían entre el 8% y 14%, o mucho menos, en los llamados paraísos fiscales. Para fortuna de esos evasores, Suiza estaba muy lejos, pero lo depositado en territorio estadounidense, estaba muy cerca. A simple tiro de piedra, podría de decirse.
En febrero del 2016, la tranquilidad de los mexicanos, cuyos recursos estaban depositados en bancos estadounidenses, prácticamente terminó. El SAT anunció que a partir de este año, además de intercambiar información, respecto a contribuyentes de México y Estados Unidos, el gobierno federal mexicano compartiría información con otros psíses, entre ellos con aquellos que a través de mucho tiempo han funcionado como paraísos fiscales. Enre ellos, Suiza, Islas Caimán y Bermudas.
Como quien dice, la autoridad tributaria mexicana se podría “parar el cuello”, de que ya estaba a punto de “pisarles los talones” a los evasores mexicanos. Se mostraba ante el mundo como drástica, severa y estratégica.
Sin embargo, el domingo pasado, se le cayó el teatro, al gobierno mexicano, cuando la filtración de documentos secretos de una empresa panameña, reveló que desde hace años, políticos de todo el mundo, empresarios, deportistas y artistas, de fama internacional, entre ellos mexicanos, estaban “haciendo su agosto”, al sur del continente.
El tema se ha identificado con el nombre de “Panamá Papers” y desde entonces ha cimbrado al mundo de la política y las finanzas.
¿Cómo empezó esto?
A principios de 2015, una persona, mediante correo electrónico, preguntó a un periodista de Alemania, si le interesaría recibir datos. La respuesta fue positiva y ahí empezó el relajo de “Panamá Papers”.
La información recibida fue más que espectacular : 11.5 millones de documentos digitales, de un despacho de abogados panameño, Mossack Fonseca, que se dedica a organizar empresas offshore, por todo el mundo, en los paraísos fiscales, para ocultar recursos, en las que resultan involucrados jefes de estado, políticos, deportistas, artistas.
Dicen que se trata de 40 años de datos extraídos de la empresa panameña, que debido a su importancia, fueron puestos a disposición del Consorcio Internacional de Periodistas de Investogación, ICIJ, compartidos a más de 370 periodistas y más de 100 medios de 76 países.del mundo.
La lista de los evasores, por lo que respecta a los mexicanos, es muchísimo más grande que la de los ahorradores fronterizos que cruzan la frontera para depositar sus recursos en bancos estadounidenses. Los montos, son inimaginables y los nombres de alto relieve en la política, los espectáculos, el deporte y otras actividades.
Todos ellos, harto conocidos de los funcionarios del gobierno federal, que ahora se hacen los sorprendidos. Afirman que investigarán y sancionarán a los evasores fiscales. Esos si que son “peces gordos”, y no los ahorradores fronterizos. Cómo justificar el disimulo.