Los demonios sueltos

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 2 de junio de 2015 (GT).- Los tijuanenses, una vez más, están viviendo tiempos de violencia y por lo tanto de inseguridad pública. Todos los días, los medios de difusión “chorrean sangre”.

Las salvajadas, cada día son más horribles. Cuerpos mutilados, acribillados, personas inocentes que pierden la vida en fuego cruzado.

Los jefes de los cuerpos de seguridad pública, tratan de encubrir o minimizar su ineficiencia, declarando que todo está bajo control. Que son simples ajustes de cuentas. Que bandos contrarios, se pelean por el mercado del narcomenudeo. Cierto o falso, tales supuestos, no regresan la tranquilidad a la ciudadanía en general.

Hay quienes, buscan protegerse, absteniéndose de salir a la calle. Evitando acudir a los centros de reunión masiva. En especial los antros de vicio. Pero ni se puede vivir en la sombra, ni nadie resiste ser prisionero en su propia casa.

Mientras tanto, los responsables de los cuerpos policiacos, de los tres niveles de gobierno, e incluso los del ejército, insisten en combatir tales niveles de inseguridad, con simples declaraciones. Como si el demonio se asustara con un simple : ¡Buuu!

Hacen la faramalla, para hacer como que responden a los reclamos populares. Se reúnen y proclaman que están estrechando las labores de coordinación. Que van a redoblar esfuerzos, para abatir a los criminales. Pero pasa el tiempo y las cosas cada día están peor.

Los cotidianos hallazgos sangrientos, desmienten las declaraciones engañosas. Solamente les falta que afirmen, que los balaceados, “murieron de muerte natural” –porque con tantos hoyos, era natural que murieran- o que digan que no es para alarmarse, que el número de fallecidos, es menor que el registrado en meses pasados, aunque la cifra, de cualquier forma, sea alta.

Cuando la ciudadanía pierde la fe en las autoridades, se aferra a sus creencias religiosas, encomendando a las divinidades que frenen esta ola de violencia.

En días pasados, como en otras ocasiones y en muchas partes del mundo, miles de personas marcharon por las principales calles de Tijuana, para llevar un mensaje de paz. Organizaciones religiosas programaron esto que llamaron “Marcha para Jesús”.

Dicen que desfilaron unas 35 mil familias, integrantes de 190 iglesias de distintas religiones. Es extraordinario, este tipo de manifestaciones, que revelan la preocupación y desesperación de los tijuanenses.

Lamentablemente, salvo prueba en contrario, y sin intención de descalificar o minimizar el esfuerzo de los organizadores y participantes de dicha marcha, tales movimientos no bastan para frenar la maldad de los criminales. Ni tampoco hacen eficientes a los ineptos.

La realidad social, tiene muchos componentes. La violencia e inseguridad, son el reflejo de la descomposición social, de la criminalidad que cada día va en aumento, de la corrupción de las autoridades y del poderío incontrolable de los malosos.

Las religiones, cumplen una labor social. Sin duda alguna. Diríamos que hacen mejores a los buenos, a quienes tienen buenos pensamientos y excelentes sentimientos.

Pero los criminales, poco o nada saben de religión. Como muchos, son meros simuladores y adoptan poses, para aparentar que son benevolentes. Sus acciones demoniácas, delatan sus verdaderas intenciones.

Lo mismo pasa con los funcionarios públicos. Su ineficiencia y complicidad con los mañosos, las disfrazan o disimulan, con simples tretas mediáticas. Si tuviesen al menos un poco de dignidad, renunciarían a los cargos que ostentan.

El colmo, es que políticos y pillos, son miembros de “la vela perpetua”. Son asiduos concurrentes a los oficios religiosos y se dan golpes de pecho.

Incluso, algunos de ellos, se suman a eventos como el de la marcha por la paz. Se visten de blanco y adoptan posturas de consternación. De ser necesario, llegan al grado de mostrar rostros compungidos y derraman lágrimas, para tratar de acreditar su supuesta sinceridad.

Es importante destacar, que la violencia e inseguridad pública, no son enfermedades generadas por el cambio climático, ni son síntomas temporaleros.

Los criminales, nunca han abandonado la zona. Siempre están operando. Se nota su presencia, cuando llegan grupos de otras partes del país, tratando de desplazarlos y ganarles terreno.

Su aparente silencio, no se debe a acciones enérgicas de la autoridad, que en muchos de los casos los controlan a base de negociaciones. Tranzan con ellos, pues.

Guardan silencio, cuando el mercado da para todos. Cuando los jefes policiacos les permiten operar. Los hallazgos o decomisos de fuertes cantidades de drogas, son simples muestras de descordinación o reflejan la presencia de nuevos grupos criminales.

Igual pasa con los crímenes violentos. Son los efectos de la medición de fuerzas. Eso no se frena o resuelve, con simples acciones policiacas. Sería tanto como suponer que un mayor número de policías, bastaría para regresar la tranquilidad y el orden. Menos aún, cuando los demonios andan sueltos.

gil_lavenants@hotmail.com

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