Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 15 de febrero de 2016 (GT).- Existe una controversia permanente, respecto a la atención que otorga, a los fronterizos en general, y a los bajacalifornianos en particular, el gobierno federal.
Los priístas defienden, a capa y espada, la administración del Presidente Enrique Peña Nieto. Los políticos de partidos opositores al PRI, no se cansan de culpar de todo y por todo, al peñanietismo.
Básicamente, culpan a Peña Nieto, y a sus reformas estructurales, de las difíciles condiciones prevalecientes en la frontera.
En cambio, los priístas insisten en, que el gobierno federal, ha estado invirtiendo decenas de miles de millones de pesos, concretamente en Baja California. El problema es que no se nota.
Si lo de las inversiones federales, efectivamente es cierto, entonces, están fallando los delegados de las dependencias de las diversas Secretarías de Estado.
Suponiendo, sin conceder, que efectivamente se han hecho tales inversiones, los señores delegados federales, “ponen el huevo”, pero “no lo saben cacarear”.
Lo delicado, es que al no saber difundir o propalar, lo que hacen en la entidad, no contrarrestan las constantes críticas y señalamientos que se dan en contra del Presidente Peña Nieto y de su administración.
Esto, no ha pasado desapercibido, al grado de que se han generado, serios señalamientos, en contra de los funcionarios federales. Incluso, hay quienes se pronuncian a favor del relevo de los mismos. De poco sirve su presencia, si los bajacalifornianos no se percatan de su labor. Si es que realizan alguna labor.
En días pasados, sucedió algo especial, absurdo e incongruente. Circuló fuerte una versión, que indicaba que al menos dos delegados federales, Marco Antonio Corona Bolaños Cacho, Delegado de la Secretaría de Desarrollo Social, y Alejandro Arregui Ibarra, delegado de Infonavit, dejarían sus respectivas representaciones, para buscar candidaturas a puestos de elección popular.
Absurdo e incongruente, porque hay quienes hablan de pedir sus relevos y otros de la posibilidad de que debuten políticamente en el terreno electoral.
Resulta absurdo, porque al no saber proyectar lo que están haciendo en la entidad, como delegados de dependencias federles específicas, entonces están fallando en sus cometidos.
Y pensar que dejarán el cargo, para buscar posiciones de elección popular, entonces parece un equívoco. Como si se les otorgara un premio, por su pésimo desempeño. Las fallas, no se premian, se sancionan.
Puede pensarse, incluso, que han sido opacos en sus respectivas responsabilidades, porque se han dedicado a construir sus respectivos proyectos políticos, al grado de que pretenden utilizar las posiciones que ocupan, para lanzarse tras cargos de elección popular.
Definitivamente, están en un error. Son solicitados, no porque sean carismáticos. Les sonríen, no porque sean simpáticos. Los invitan a eventos diversos, no porque sean populares y tienen oportunidad de convivir con toda clase de grupos sociales, no porque sean políticos, sino por la representación que ostentan.
Es lamentable, que en lugar de estar cumpliendo fiel y cabalmente con las funciones de sus respectivos cargos, están operando políticamente para construir sus proyectos personales.
A menos que sea al revés, que sus “padrinos” sean los que están equivocados. Que son ellos los que pretenden “apadrinarlos”, para incrustrarlos en puestos de elección popular, aprovechando la proyección alcanzada, desde los puestos en los que los colocaron. Y luego dicen que es la “voluntad popular”, la que los lleva a los cargos públicos.
Las posiciones de elección popular, no son puestos administrativos, de designación. Hay que llegar a ellos por méritos propios. Con “trabajo de tierra”, se dice.
Se les paga un salario, bastante cuantioso, por ello. Es innoble tratar de utilizar los cargos públicos como trampolines políticos.
Además, resulta una competencia desleal, para quienes, sin “padrino” alguno, que les lleve a ocupar cargos públicos, aspiren a ocupar cargos de elección popular, por méritos propios.
No es lo mismo, realizar gestoría social, como una forma de hacer política, que desempeñar un cargo público, por un sueldo. Los malos ejemplos cunden.
Si no se frena y evita esto, se va a hacer una costumbre y se va a tergiversar la función pública.
Imaginen nada más, a todos los delegados federales, realizando actividades políticas, aprovechando los cargos públicos que ostentan. Servirían, preferentemente, a los militantes del partido al que están afiliados y que pretenden los postule en futuras elecciones.
Es necesario que los ubiquen y que se eviten malos entendidos.