Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 1 de abril de 2016 (GT).- A punto estuvo de llegar la sangre al río, cuando a fines del 2014, el Organo Superior de Fiscalización del Congreso del Estado, descubrió que la Universidad Autónoma de Baja California había invertido recursos públicos en la bolsa de valores.
Parecía un absurdo, que siendo difícil la situación financiera de la Máxima Casa de Estudios de la entidad, los directivos de la misma, tuvieran la audacia de invertir sus recursos en la Bolsa de Valores, en donde lo mismo se gana, pero también se pierde.
La información idicaba que esto no era nuevo. Que desde admistraciones atrás, era una costumbre que la UABC invirtiera sus recursos disponibles, en la Bolsa de Valores. Incluso, que había sufrido pérdidas.
El entonces Rector, Felipe Cuamea Velázuez, quien llegó a dicho cargo en un accidentado proceso, empezó a sentir que desde la legislatura estatal, le querían pisar los talones. Ya se sentía en el banquillo de los acusados.
Pero se defendió “como gato bocarriba”. Al grado de que, alarmado, covocó de manera extraordinaria al Consejo Universitario, haciendo un llamado a defender la autonomía universitaria.
Haciendo valer aquello de que “el león cree que todos son de su condición” y obviamnte sabiendo cómo se la gastan los políticos, advirtió que la UABC era un excelente botín y que muchos quisieran meterse hasta la cocina.
En ningún momento reconoció, que en realidad estaba tratando de “salvar su pellejo”. Que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, para evitar que le fincaran responsabilidades.
Era la primera vez, que se daba un enfrentamiento tan abierto, entre el poder legislativo y la autoridad de la UABC. Y parecía que era inevitable que el Rector llegara a parar tras las rejas.
Además, estaba en proceso la designación del nuevo Rector, Juan Manuel Ocegueda. Parecía que Cuamea, saldría por la puerta posterior de la UABC.
En tanto que el Rector rehuía a los medios, el Presidente de la Comisión de Fiscalización del Gasto Público, el diputado Rodofo Olimpo Hernández, confirmaba y ampliaba el hallazgo. Como quien dice, le echaba más leña a la hoguera.
Aparentemente, la situación era irreconciliable. Sobre todo, porque los diputados trataban de dejar bien claro, que ellos estaban facultados para meter las manos a las finanzas universitarias y urgar en la administración de Cuamea.
Por eso, trataron de acorralarlo. Lo citaban para que compareciera al recinto legislativo, este les contestaba afirmativamente, pero a la hora de la hora los dejaba plantados.
Las evidencias indicaban que esto subiría de tono, pues era solo el principio. Había mucho que rascarle. Cada día, se hacía mayor el escándalo. Era la “comidilla” de todos los días.
Lo único que le faltaba a la UABC. Unos 60 mil alumnos, una planta laboral de 5 mil personas y un presupuesto anual de aproximádamente 5 mil millones de pesos. Este tipo de situaciones, definitivamente generarían desconfianza entre los bajacalifornianos.
Nunca estuvo a discusión la autonomía universitaria. La libertad de catedra. Lo único que se discutía era el turbio o frívolo manejo de los recursos universitarios. Empero, la autonomía universitaria, fue utilizado por el entonces Rector, para protegerse, cual si fuese fuero constitucional. Cuamea estaba de salida y se defendió “como gato bocarriba”.
El Patronato unversitario tuvo que salir al quite y asumir la responsabilidad por el destino de los recursos de la UABC. Nadie les creyó, cuando señalaron que tenían facultades para invertir en la Casa de Bolsa. Lo cierto es que lo podían hacer, pero en instrumentos sin riesgo, no en aquellos que implicaban especulación.
Total, pasó el tiempo y el asunto se fue enfriando. Los legisladores entendieron que incluso para ellos tendría un alto costo político, seguir enfrentando a la autoridad universitaria. Que tarde que temprano tendrían que proceder en contra de Cuamea.
Al fin se calmaron los ánimos, Cuamea acudió como visitante a la legislatura estatal, y no pasó nada. Los legisladores, por su parte, hicieron a un lado el tema. Ambas partes se olvidaron de andar “midiendo fuerzas”.
A dos años de distancia, parecía que los legisladores habían logrado cumplir con su labor fiscalizadora, en cuanto al manejo de los recursos públicos en la Universidad Autónoma de Baja California y que las autoridades universitarias habían rectificado y habían entendido que no debían andar especulando con los recursos de la educación superior, invirtiendo en la Bolsa de Valores.
En días pasados, una nota aparecida en el periódico digital Lindero Norte, suscrita por Antonio Heras, indica que el nuevo Rector de la UABC, Juan Manuel Ocegueda, siguió haiendo o mismo que su antecesor, Felipe Cuamea, invirtiendo en la Casa de Bolsa, los recursos universitarios.
“Estas transacciones que la universidad estatal ha realizado de manera reiterada y reprobadas por el máximo órgano de fiscalización de la entidad se volvieron a efectuar en el último año de la administración del Rector Felipe Cuamea y el primero de la gestión de Juan Manuel Ocegueda”, indica a nota.
Las necedades de las autoridades universitarias continuarán, en tanto, quienes tienen la facultad para fiscalizarlas, sean timoratas o cobardes y no se atrevan a aplicar la ley, asustadas con el fantasma de la autonomía universitaria, que simplemente es en cuanto a la libertad de catedra, no un fuero constitucional, que les ampare para manotear los recursos universitarios.