Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 18 de octubre de 2015 (GT).- Hasta hace poco tiempo, las fundaciones eran organizaciones civiles, sin fines de lucro.
Se constituían, para realizar actividades, generalmente, de carácter filantrópico, artístico o cultural.
Hoy, las cosas han cambiado. Hoy, hoy también las hay, con fines político electoral.
Los políticos las están utilizando, para realizar proselitismo político, bajo el disfraz de labores sociales.
Son ideales, para burlar las restricciones o limitantes de la legislación electoral.
Es tanto como “dar, gato por liebre”. Hasta el momento, nadie ha podido, ni ha intentado, frenar a los políticos, que bajo el amparo del membrete de una fundación, recorren la periferia de la ciudad, promoviendo sus aspiraciones políticas e incluso integrando sus estructuras operativas, bajo el supuesto de que realizan labores sociales.
Nadie les puede acusar de acelerados. De andar haciendo actos anticipados de campaña.
Uno de los primeros, lo fue el exdelegado de la Secretaría de Economía en la entidad, David Saúl Guakil, quien de pronto apareció con una fundación, con el nombre de su madre, Susana Guakil Faena, fallecida a fines del 2013.
Llamó la atención, cuando a mediados de septiembre pasado, el exfuncionario federal tomó la protesta a 230 líderes populares, como integrantes de dicha fundación.
Guakil es uno de los principales priístas, aspirantes a la candidatura para la alcaldía de Tijuana, para los comicios de 2016. Muchos presumen, que las labores que realiza, amparado en dicha organización, son para posicionarse y fortalecerse políticamente. Que la filantropía, es mero parapeto.
Otro priísta, con un modelo semejante, lo es el exdiputado local, Carlos Barboza Castillo, con su Fundación por la paz.
La organización le permite establecer contacto con diversas agrupaciones, tanto civiles como políticas. Les expone los propósitos de la organización, y termina detallando sus aspiraciones políticas.
En Mexicali, el también priísta, Enrique Acosta Fregoso, aspirante a Alcalde de la capital del estado, ya sacó una fundación, con la supuesta intención de salvar a la calurosa ciudad.
Llama la atención, que las intenciones “filantrópicas” de estos políticos, broten en los inicios del proceso electoral hacia los comicios del 2016. Ni modo que nieguen, sus evidentes propósitos electorales.
Debe decirse, que esto surge, por el repudio de los ciudadanos, hacia los políticos tradicionales. No pueden negar “la cruz de su parroquia” y antes que renunciar a los organismos políticos en los que militan, y que les ha permitido ocupar importantes posiciones en la administración pública, tratan de “ciudadanizarse”.
Escudados en sus respectivas fundaciones, tratan de identificarse con la ciudadanía en general. Pretenden hacer constar, que están interesados en la problemática social y que están dispuestos a aportar recursos y esfuerzos, para combatir la problemática social.
El problema es que esta condición es temporal, pasajera. Algo así como una calentura. Luego de los comicios del 2016, ganen o pierdan, súbitamente se “curarán”. Y se olvidarán de sus supuestos objetivos filantrópicos. A menos que decidan seguir “sembrando”, para las siguientes elecciones.
Otros políticos, también aspirantes a ocupar puestos de elección popular, han constituido organizaciones civiles, o abiertamente políticas, para proyectarse. Suponen, que aparecer en loas medios, constante o periódicamente, es una excelente fórmula para acumular capital político, suficiente para respaldar sus aspiraciones futuristas.
Otros políticos, que anhelan contender en los próximos comicios, por algún cargo de elección popular, han escogido otras opciones.
Algunos, renunciaron a los partidos en los que militaban, pero en los que definitivamente ya no encontraron oportunidades, y ahora se deslindan de dichas organizaciones y se declaran independientes.
Otros más, que nunca manifestaron interés por participar en política, bajo el argumento de que es una actividad sumamente desprestigiada, ahora han cambiado de opinión. Ahora consideran que es el momento oportuno para ocupar puestos de elección popular, con pobres responsabilidades y con jugosos sueldos, muy superiores a los que percibieron en empresas del sector privado.
Unos y otros, han reflexionado, y reconsideraron su postura. Están dispuestos a comprobar, que no es tan malo, eso de que la política es el arte de tragar cochinada, sin hacer gestos. Si les pagan bien y disfrutan de excelentes prebendas y privilegios, vale la pena.
Pronto, sin duda alguna, pregonarán convencidos, que vivir, fuera del presupuesto, es vivir en el error. Es más, se arrepentirán, de no haber rectificado antes en su postura, asumida ante la política. Con plena “convicción”, confesarán que la política, no es tan mala, como dicen.