Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 19 de junio de 2016 (GT).- Uno de los conceptos más manoseados, en cuestión de partidos políticos, es la unidad. Sobre todo, al inicio de una contienda electoral.
Cuando están en el arranque del proceso electoral, todos quieren participar, y sobre todo, que los tomen en cuenta. Todos reclaman al menos un “pedazo del pastel”.
Obviamente, nadie queda conforme, pero todos tienen que dar la impresión, ante terceros, que son fuertes y, sobre todo, unidos.
En Baja California, hablar de unidad partidista, en lo que respecta al priísmo, ellos mismos saben que es una falacia. Una rotunda mentira. Una simulación.
Dados los resultados, por todos conocidos, los priístas han decidido tirar las caretas y han iniciado una revolución, tratando de encontrar responsables del fracaso.
Lógico, nadie reconoce su propia culpa. Nadie quiere entender que todos lo son. Que cada uno de ellos, fanáticos del triunfalismo, no entendieron que la simulación, genera un espejismo. Les hace ver grandotes, porque quieren verse grandotes.
Es como alguien, que se siente desvalido, se para frente al espejo y hace esfuerzos, para verse musculoso. El decaimiento regresa, apenas deja de esforzarse, pero ya no lo nota, porque se retira del espejo.
La “unidad partidista” del tricolor, es mero espejismo. Periodísticamente hablando, de “ocho columnas”.
La cuestión es que en Baja California, el priísmo está dividido en dos grandes corrientes : el castrotrentismo y el hankismo.
Cuando el arranque de este proceso electoral, la designación de Chris López, ahijado del máximo dirigente priísta, Manlio Fabio Beltrones, se reconoció como una medida salomóníca, para tratar de superar ese divisionismo.
En cortito, muchos cuestionaban la juventud de Chris López Alvarado, pero abiertamente, la aplaudieron, porque pensaban que era preferible intentar crear un nuevo priísmo, que no dependiera ni del castrotrentismo, ni del hankismo.
Además, le dieron el beneficio de la duda, porque podrían cuestionar la capacidad y efectividad del joven ahijado, pero no la del padrino.
Total, se hizo el reparto de posiciones, y aparentemente se logró, conformando intereses de todos. Se pensó que todo saldría perfecto. Pero, no fue así.
Lo cierto es que no se podía esperar otra cosa, distinta a los resultados obtenidos. Todos estaban sentados a la mesa, pero cual familia disfuncional, por debajo de la mesa se daban de patadas y en la calle eran sus peores enemigos. Las traiciones y zancadillas, fueron la comidilla de todos los días.
Hoy se quejan de la virtual derrota y andan buscando culpables. Pero nadie reconoce su propia culpa. En lugar de reconocer que los tiempos cambian y que deben cambiar la forma de hacer política, se ha iniciado, al interior del priísmo, un proceso de linchamiento del joven dirigente estatal, Chris López.
Hubiese sido un milagro, si los resultados fuesen distintos. Pero la derrota general, casi total, la observan como un fracaso rotundo y están preocupados por responsabilizar a alguien. El candidato ideal para ello, es el joven Chris.
Deben entender, que la política de simulación, ya no funciona. El corporativismo, es un alarde de fuerza inexistente. Mero espejismo.
Quisieran quemar en leña verde a su jóven dirigente estatal, pero con este, o con cualquier otro, será igual, mientras basen sus proyectos de triunfo, en la simple simulación.
Si a los electores se les advierte, que si no votan, no se quejen, a los militantes partidistas hay que advertirles, que cuando se toman decisiones, entre ellas la designación de dirigentes, “hablen ahora o callen para siempre”. Quien no habla a tiempo, no tiene derecho a hacer reclamos posteriores.
Por cierto, tratando de acabar simulaciones, así como se habla sobre la necesidad de certificar profesionistas, debería establecerse un procedimiento, para certificar las militancias, y preferencias partidistas.
Muchos dirigentes, son representantes de simples membretes. Y sus representados, “venden” su amor, al mejor postor”. Por eso se dan las traiciones y negociaciones.
El llamado ”voto duro”, se está haciendo de humo.