Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 29 de agosto de 2015 (GT).- A punto de rendir su tercer informe de gobierno e iniciar la segunda parte de su gestión, el Presidente Enrique Peña Nieto, en un solo día, realizó 10 movimientos en su equipo presidencial, dizque para seguir moviendo a México.
Lo cierto es que todos los observadores político, consideraron esto como la gran jugada hacia la sucesión presidencial del 2018.
No pasa desapercibido, para nadie, que los múltiples cambios, fueron solamente un truco distractor, pero en realidad se trataba de ubicar en puntos estratégicos a dos personajes : José Antonio Meade Kuribreña, en la Secretaría de Desarrollo Social y a Aurelio Nuño Mayer, en la Secretaría de Educación Pública.
Meade y Nuño, pasan a formar parte de los presidenciables del equipo de Peña Nieto. Se suman a los otros dos, Miguel Angel Osorio Chong, Secretario de Gobernación y Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, considerados como tales desde el inicio de la gestión peñanietista, pero que sufrieron un severo desgaste en los primeros tres años.
Pasaba el tiempo y resultaba extraño que Peña Nieto no mostrara inclinación por alguien en especial, para que sea su posible sucesor en el cargo presidencial. Parecía que el osnorense Manlio Fabio Beltrones, tenía el camino libre para lograr la candidatura presidencial, en base a su trabajo como dirigente nacional del PRI.
También resultaba extraño, que con todo y que se reconoce a Beltrones, como el factor principal para sacar las reformas estructurales impulsadas por el Presidente Peña Nieto, le estaba abriendo la puerta para la grande, sin ser parte de su equipo cercano.
Dos personajes, cuya nueva ubicación resulta un tanto absurda. En especial el caso de Meade. Lo retira de la representación diplomática de México, cuya tarea fue favorable, en términos generales, y lo asigna a la atención de los grupos vulnerables, de la población mexicana. Dos mundos totalmente distintos.
El problema es que su función diplomática puedo haber sido excelente, pero es casi un desconocido al interior de México. Ahora podrá ganarse la simpatía y gratitud de muchos mexicanos, en especial niños, madres solteras y adultos mayores, cuando les entregue despensas, cobijas y pisos firmes. El trabajo tiene que ser arduo, a fin de que sea suficientemente conocido, para cuando contienda por la silla presidencial.
Técnicamente, Meade está sobrecapacitado, para la posición que se le asigna, salvo por el hecho de que sea el trampolín ideal para lanzarse por la candidatura presidencial. Durante la administración panista de Felipe Calderón, fue tituar de la Secretaría de Energía, y luego de la de Hacienda y Crédito Público.
Fue el único funcionario calderonista, de primer nivel, que se integró al equipo de Peña Nieto, como titluar de la Secretaria de Relaciones Exteriores. De ahí brinca a la Secretaría de Desarrollo Social, a sustituir a doña Rosario Robles. Serán simples “baños de pueblo”, a fin de estar listo para la grande.
Lástima, porque pudo haber sido el relevo ideal para Luis Videgaray en la Secretaría de Hacienda, que mantiene agobiada a la economía nacional. De enfocarse en la mejoría de la microeconomía mexicana, y lograrlo, hubiese sido suficiente para ser presidenciable. Pero se escogió el camino más fácil, el del populismo, y los mexicanos tendrán que seguir tolerando la intolerancia y cerrazón del titular de la SHCP.
El otro personaje, que Peña Nieto envía a la lista de presidenciables, es el joven Aurelio Nuño Meyer, apenas 37 años de edad, quien deja la Jefatura de la Oficina de la Presidencia de la República, para hacerse cargo de la Secretaría de Educación Pública. Desempeñaría el papel de “Plan B” en la sucesión presidencial, en caso de que Meade se viese imposibilitado.
El Presidente pretendía enviar a Nuño a la dirigencia nacional del PRI, pero se frenó, al reconocer que aún está joven, para controlar a los viejos priístas. Por ello, finalmente, cedió el paso a Beltrones, pero a Aurelio lo mantiene en reserva, para la sucesión presidencial.
De paso, aprovechó la ocasión para retirar a varios políticos de la tercera edad, que dieron presencia al gabinete presidencial, pero que ya evidenciaban cansancio. Emilio Chuayffet, que deja la Secretaría de Educación Pública, Jesús Murillo Karam, Sedatu, Enrique Martínez, Sagarpa, Alejandro Rubido, CNS, Juan José Guerra Abud, Semarnat y Luis Antonio Godina, Issste.
El camino hacia la presidencia de la República, será sinuoso. Será una lucha férrea entre tecnócratas, amigos de Peña Nieto, encabezados por José Antonio Meade, nuevo Secretario de Desarrollo Social, y los políticos, representados por el exgobernador sonorense, Manlio Fabio Beltrones, nuevo dirigente nacional del PRI.
Ambos, tienen una tarea difícil: recuperar la confianza de los mexicanos en la administración de Peña Nieto, a partir de impulsar mejores condiciones de vida. Lo que no se logra simplemente con despensas y cobijas. Ni con discursos políticos.
Además, la tarea titánica, de frenar el creciente repudio hacia el Presidente Peña Nieto, en particular y hacia todos los políticos en general. Aún falta mucho por hacer, en torno a las reformas estructurales. Lo principal : que los mexicanos realmente vean mejorías, reflejadas en su economía familiar.
Para el 2018, parece largo el camino. Pero es muy corto, para tanto que falta por hacer.