Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 20 de septiembre de 2015 (GT).- Los problemas sociales, son tan frecuentes y comunes, que todo mundo los observa como algo normal o natural. Uno de ellos, sumamente delicado, es el abandono de viviendas de interés social.
Las autoridades, cual si fuesen ajenas a tal problemática, se agarran de la mano de los desarrolladores inmobiliarios, aparentando preocupación por el abandono de viviendas, pero solamente en cuanto a que dichos inmuebles se convierten en refugios de malvivientes.
Casi nadie se pregunta : ¿Cuál es la razón por la que, en su mayoría trabajadores de bajos salarios, renuncian a uno de sus sueños más preciados : el tener una casa propia?
Muchos lo imaginan, pero hasta la fecha, nadie ha convocado a una reunión de trabajo, para aportar información que permita identificar y precisar la problemática de viviendas abandonadas y las causas del abandono de las mismas.
Una de ellas, el que toleran o autorizan, la creación de nuevos desarrollos inmobiliarios, en la periferia de la ciudad, donde casi son inexistentes los servicios públicos. Básicamente, el agua por tubería.
La falta de alumbrado público y la nula vigilancia policiaca, los convierte en “cuevas de lobos”. Son asaltados y vejados, hasta a plena luz del día.
De la tarde, en adelante, sus vidas penden de un hilo. Muchos saben que se acuestan a dormir, pero no saben si van a despertar vivos, al día siguiente.
Cuando acuden a trabajar, sus viviendas quedan solas, tiempo que los malvivientes aprovechan para desvalijarlas.
La mayoría de esos desarrollos inmobiliarios, están sumamente distantes de los centros de trabajo. Pierden más tiempo en el traslado, que el que dedican a trabajar. Salen de sus casas en la madrugada, y regresan de noche.
La mayoría de las viviendas, son tan reducidas, que resultan sumamente incómodas.
En cuanto a la calidad de construcción, es pésima. Cuando las entregan, lucen apantalladoras. A unos días de uso, aparecen las fallas. El sistema eléctrico, defectuoso. El hidráulico, se estropea constantemente.
Lo peor, que urge revisar, son los esquemas financieras. Se enganchan a los compradores, bajo el supuesto de que pagarán menos, que la renta. Los precios “chiquitos”, se hacen grandotes e impagables.
Llega un momento, en que se ponen hartos. Preferible pagar renta, por una vivienda modesta. O buscan un predio baldío, para instalarse. Preferible una vivienda rústica, pero sin excesivas cargas económicas. En especial, si se ubica cerca de la fuente de trabajo.
El abandono de viviendas, muestra el fracaso de los proyectos inmobiliarios. En todos los sentidos. Pero parece que nadie lo advierte.
Las autoridades se preocupan por el aspecto más simple de esta problemática, que es el abandono de las viviendas, pero se muestra indolente sobre el destino de las personas que las habitaban.
De esta indolencia son partícipes las organizaciones obreras. Se supone, que son las que tienen el contacto y relación con los trabajadores. Deberían darles seguimiento, para el caso de que el abandono se deba a una crisis económica, buscar la forma de ajustar los abonos a cuenta del precio de las viviendas e incluso programas sociales que alivien las condiciones en que viven.
Las desarrolladoras inmobiliarias, pierden demasiado con el abandono de viviendas. Aunque las recuperan y las pueden volver a asignar, requieren repararlas y vigilar, para que no las dilapiden.
Por su parte, las autoridades de los tres niveles de gobierno, conforme a su competencia y disponibilidad de recursos, deben desarrollar proyectos que permitan mejorar las condiciones de vida en dichos desarrollos.
Desde construir escuelas de los niveles básicos, centros de salud y áreas comerciales. Lo que los habitantes de los desarrollos requieran, para no tener que desplazarse grandes distancias, para su adquisición.
Dotarlos de suficiente vigilancia policiaca y combatir la delincuencia en la zona. Garantizar el bienestar de los habitantes del lugar, y el patrimonio de estos.
Mejorar el servicio del transporte público. Que sea más eficiente y oportuno.
Los responsables de todo esto, lo son los desarrolladores inmobiliarios, que guiados por la codicia, consiguen terrenos en la periferia, donde resultan difíciles todos los servicios públicos, y las autoridades que los autorizan, aunque no cumplan con las condiciones mínimas que ofertan.
Que hagan a un lado la indolencia y asuman sus responsabilidades y que no hagan como que “la virgen les habla”, cuando que son co-responsables de esta problemática social.