Instituciones Culturales deben ser empáticas con su entorno

Tijuana BC 4 de diciembre de 2016 (GT).- El Museo Universitario del Chopo es ejemplo de cómo el arte y la calle pueden conciliar entre sí en un recinto que, aunque oficial, se vuelve extensión del mismo barrio, al ser las personas que lo habitan y sus comunicades culturales los que lo alimentan.

José Luis Paredes Pacho, ex integrante del grupo de rock “La Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio”, quien es historiador y maestro en Historia del Arte, dirige espacio en la Ciudad de México, se presentó la Conferencia “Museo Universitario del Chopo: ¡qué pasa en el barrio? en el marco de Tijuana Innovadora 2016.

Platicó “Pacho” que ese museo se ubica en una colonia icónica como lo es Santa María la Rivera, aparte de darle cabida a todas las disciplinas artísticas, ha favorecido la convivencia entre públicos de diversas generaciones y procedencias, además de dar cuenta de las problemáticas sociales, culturales y urbanísticas de esa comunidad de esa comunidad asentada ahí desde hace 100 años, mientras que el museo cumple este año su 40 aniversario.

“Yo creo que las instituciones culturales pueden muy bien funcionar si establecen vínculos con su entorno, sobre todo con las comunidades más favorecidas y las estrategias para hacerlo son múltiples, hay modelos internacionales que pueden ser retomados y en el caso particular de El Chopo, desarrollamos nuestra propia metodología”, explicó.

En ese sentido consideró que si Tijuana aplica alguno de esos elementos metodológicos aquí sería fantástico: “Pero tambièn quizás se trata de que cada institución en cada entidad pueda aplicalr eas probables estrategias de acuerdo a su realidad local para realmente responder a las necesidades del entorno y no atenerse nomás a un modelo externo”.

El Chopo, responde a su propio entorno, por demás pródigo en manifestaciones artísticas, dijo, pero nuestra ciudad, también “tiene cuadros de gestores culturales impresionantes. Hay que conocer la realidad local y aunque he sido un visitante de Tijuana desde el ’85, desde que tocaba en “La Maldita”, pues la realidad va cambiando. Es muy importante tener ese contacto directo con las comunidades para poder opinar”.

No quiso dejar de manifestar lo importante que es esta frontera para él, y refirió que incluso en un libro que escribió en 1992 le dedicó un capítulo entero a Tijuana, “el cual era un alegato queriendo reivindicar el hecho de que el rock mexicano en esa fecha de los noventas no era sólo de la capital centralizante, sino que era un fenómeno cultural de todo el país”.

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