Tijuana, B. C. 7 de diciembre de 2017 (GT).- Encuestas por aquí y por allá, un vaivén que ocupa la atención de la gente con suficiente disponibilidad de tiempo. Restan más de seis meses de esta carrera al poder y, desde ahora, muchos se comen las uñas mientras otros se frotan las manos, sin considerar que el panorama cambiará diariamente hasta la jornada del próximo 1º de julio.
José Meade es un candidato competitivo, se ha distinguido como un servidor público tan eficiente que hasta AMLO tiene miedo. Basta contrastar la formación académica y experiencia profesional de ambos personajes, para tener una visión bastante clara. Pepe es un candidato ciudadano adoptado por el partido tricolor, entretanto en el historial de Obrador obra la militancia en tres partidos. Acusan a Meade de ser producto del “dedazo” presidencial mientras AMLO creó MORENA para asegurar su tercera candidatura presidencial.
Por otra parte, la imagen del precandidato del PRI difiere de su antecesor inmediato. A diferencia de Peña Nieto, José Antonio refleja una figura más auténtica y natural. Pepe es, hasta cierto grado, humilde.Me atrevo a decir que Meade tardó varios días en asimilar su candidatura como un hecho, lo cual le abonó a dejar de lado esa actitud pretenciosa que seduciría a cualquier humano. Se trata de un candidato habituado al contexto actual, su eje de gobierno será la economía, el derecho y la apertura internacional. Lo dejó en claro durante el mensaje que pronunció en la CTM, al referirse a la generación de empleos como resultado de la inversión y la exportación; como consecuencia inmediata, el empleo satisface necesidades y gustos, lo cual, a su vez, disminuiría los índices de inseguridad y fomentaría el bienestar social.
Me gustó su actitud en la CTM, al igual que cuando presentó su carta de intención en el CEN del PRI; en la primera ocasión improvisó, en la segunda se apoyó en sus notas. Lamentablemente, no puedo de calificar igual de buena su intervención al registrarse como precandidato, pues a su equipo, le ganó el espíritu tradicionalista, ese de las fanfarrias y aplausos obligados. Mi sugerencia, sí me la pidieran, iría en el sentido de adoptar una estrategia creativa, que respete las tradiciones pero evolucione las formas.
Porfirio Díaz llegó al poder siendo un joven caudillo. Ya en la silla, escuchó el consejo de las mentes modernizadoras pero el paso del tiempo lo llevó a convertirse en aquello que cuestionaba y su final, lo encontró en el exilio. Andrés Manuel conoce bien del Porfiriato, incluso asegura que “La historia se repite; hay desde luego cambios, matices, pero al final de cuentas es la lucha de siempre…”, y estoy de acuerdo con él. Pues, en la actualidad, es precisamente López Obrador quien mejor encarna las prácticas rancias del pasado. Tal vez, y sólo tal vez, esta sea la vencida y finalmente termine “exiliado” en su finca, esa a la que llaman La Ching…
P. S.- “El único pecado de don Porfirio fue envejecer”: General Porfirio Díaz.