Mexicali BC 05 de mayo de 2015 (GT).- Un embarazo regular tiene una duración de aproximadamente 40 semanas, de tal manera que un bebé que nace antes de la semana 37 es considerado prematuro, indicó la doctora Laura Elena Monge Siordia, directora de pediatría del Hospital de Ginecopediatría y Obstetricia (HGP) número 31, del Instituto Mexicano del Seguro Social.
La especialista del IMSS explicó que un bebé prematuro presenta cabeza grande y cuerpo pequeño, su piel es muy fina y posee poca masa muscular, por lo que los problemas se centran en la dificultad para adaptarse al medio ambiente fuera del útero.
Debido a esta inmadurez y bajo peso, llegan a tener dificultades en la regulación de la temperatura corporal, por lo que sus sistemas respiratorio, nervioso, digestivo, renal e inmunológico quedan expuestos a enfermedades, apuntó.
Agregó que aquellos neonatos que les faltó tiempo de gestación para llegar al término, son más propensos a nacer con discapacidades duraderas o incluso morir. Afortunadamente, los avances en obstetricia y neonatología en el Instituto han aumentado las probabilidades de supervivencia incluso para los bebés más pequeños.
Monge Siordia señaló que los más afectados son aquellos nacidos entre las 26 y 29 semanas; de ellos cerca de 20 por ciento desarrollan discapacidades serias y permanentes; mientras la mayoría de los que nacen entre las 35 y 37 semanas de gestación, requieren poco cuidado especial y tienen casi las mismas probabilidades de sobrevivir que los nacidos a término.
Ya que el proceso de crecimiento de un bebé prematuro es lento al principio, la mayoría de los bebés no están neurológicamente maduros en comparación con uno nacido a término. Por lo que durante el alta es imprescindible tener cuidados en el hogar; como un ambiente adecuado y que durante los primeros días evitar el contacto con personas o niños con tos, infecciones respiratorias, diarrea o fiebre; además, el de no utilizar aerosoles ni estar en presencia del humo de cigarro.
Finalmente, la doctora recomendó llevar los controles médicos y vacunas adecuadas para monitorear el desarrollo del bebé, pues hay muchas enfermedades e infecciones que podrían deteriorar la salud del recién nacido y algunas sólo pueden ser detectadas previamente por un especialista.