Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 7 de agosto de 2015 (GT).- Hay un dicho, que advierte claramente que no se puede estar en misa y andar en la procesión. Cuentan que el Presoidente Enrique Peña Nieto se lo aplicó a Manlio Fabio Beltrones, al discutir sobre la renovación de la dirigencia nacional del PRI.
Dicen que que Peña Nieto cuestionó al sonorense, respecto a sus aspiraciones políticas. -¿Qué quieres. La Presidencia del CEN del PRI o la candidatura presidencial priísta en el 2018 ? con la advertencia de que es una cosa, o la otra. “Sabes que no se puede estar en misa y andar en la procesión”, le dijo.
Manlio, al fin y al cabo “viejo lobo de mar”, no lo pensó mucho, escogió la primera, pues la segunda aun falta. Y tal parece que con esa decisión, dejó al exgobernador del Estado de México, la libertad para impulsar como su sucesor a alguno de sus amigos.
La verdad es que no es así. Al asumir la dirigencia nacional del PRI, enfrentará un reto mayor : deberá rescatar al partido tricolor del hoyo en que ase encuentra. Como diría alguien : “hay que sacar al buey de la barranca”.
La tarea no es sencilla. El modelo priísta prácticamenta ya está agotado. Los abusos, despilfarros y la corrupción en exceso, llevó a la ciudadanía a votar por el PAN, en el 2000, en busca de un cambio. Los panistas desaprovecharon la ocasión, o en todo caso la aprovecharon pero para beneficio propio y por ello retornó el PRI a la Presidencia de la República. Después de todo, dicen que más vale malo por conocido, que bueno por conocer.
Por eso, los dos sexenios de panismo, fueron suficientes para generalizar el repudio hacia todos los políticos. Si los priístas desean conservar la Presidencia de México en los comicios del 2018, corresponde a Manlio cambiarle la imagen al priísmo.
Dos rasgos importantes, populismo y honestidad, son suficientes. No llegarán a ser unos broncos, pero si darán el gatazo, ante posibles candidatos independientes. Estas serían las dos carácterísticas primordiales de los candidats priístas en futuras elecciones.
Por lo tanto, si asume la dirigencia nacional del CEN del PRI, concentrará a todos sus operadores políticos, para instruirlos, sobre los nuevos lineamientos del priísmo, hacia las elecciones presidenciales del 2018. Populistas y, si no se puede que sean 100% honestos, difícil en un político, al menos que no sean tan cínicos.
No es nada sencillo, pues la corrupción está tan arraigada en los políticos mexicanos, de todos los partidos, que hoy casi es algo propio de su naturaleza. Solo es necesario que a malicien y que “le bajen dos rayitas”.
El 2016, ser una excelente oportunidad, para demostrar que sí se pueden cambiar las viejas prácticas y costumbres priístas. Que la elección de candidatos, sean más o menos democráticas y no por mero “dedazo”. Que entre los “elegidos” no se incluye a ningún pariente, ahijado o compadre.
Así mismo, que se pueda analizar y criticar al sistema y sus excesos, con toda libertad, sin riesgo de sanción alguna.
Que la impunidad, deje de ser una de las instituciones más fuertes en México. Que por fin, se castigue con cárcel a los corruptos.
Con todo y los riesgos que implican, si se lograran tales cambios, y la ciudadanía en general los creee, Manlio Fabio se habrá ganado el derecho de ostentar la candidatura a la Presidencia de México, por parte del llamado partido oficial.
Si le buscan, quizás muchos opinen que lo que Manlio Fabio no podrá esconder, ni disimnular, es la “larga cola” que ha generado a lo largo de su vida en la política, pero lo cierto es que hoy todos los políticos la arrastran. El sistema político mexicano parece un “Parque Jurassico”. Puro viejo dinosaurio.
Manlio Fabio, no es tonto. Tendrá que transformar al priísmo. Adecentarlo, pues.
Nadie lo hará por él. Nadie le compondrá el barco, para que luego él llegue a candidato presidencial, sin mayores esfuerzos.
Es más, si no hay cambios y todo sigue como hasta ahora, el fuerte para la Presidencia de la República, lo será Andrés Manuel López Obrador y su Morena. De eso no hay duda.
Muchos saben que Manlio no es propiamente gente de Peña Nieto. Se ganó un lugar, porque le sacó las reformas estructurales en el Congreso de la Unión. Ahora le toca “sacar al buey –bueno, al PRI- de la barranca”. De paso, conservar para el priísmo la Presidencia de la República.
Así como no tuvo rivales para la dirigencia nacional del PRI, tampoco los tendrá para la candidatura presidencial priísta. En el gabinete presidencial, no hay ni uno solo que dé el tamaño necesario para ello.
Y no hay que ir muy lejos para probarlo. Puede decirse que Baja California, en l 2016, será la prueba de fuego.
Candidatos idóneos, sin dedazo, sin fracasos electorales. Un partido que realmente encabece las luchas sociales y deje los simulacros.
Todo indica que, al menos para el priísmo, vienen cambios de fondo. Los candidatos independientes, son la punta de lanza de ello. Manlio, como pastor mayor, marcará nuevo rumbo.