El llanto de un mexicano

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 1 de febrero de 2016 (GT).- Hace 22 años, el 23 de Marzo de 1994, un hecho trágico estremeció a México y manchó para siempre la historia de Tijuana. Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de México, fue arteramente asesinado en Lomas Taurinas.

El hombre, que había logrado sembrar la esperanza de cambio en el país y que los mexicanos sospechan fue abatido por quienes dominaban entonces el sistema político mexicano. La versión oficial, que nadie creyó, fue la del llamado “asesino solitario”, Mario Aburto Martínez.

La sospecha del magnicidio se fortaleció, luego de que, seis meses después, el 28 de septiembre de ese mismo año, también fue arteramente asesinado José Francisco Ruiz Massieu, cuñado del Presidente Carlos Salinas de Gortari, exgobernador del Estado de Guerrero y secretario general del PRI.

De Colosio, aún se recuerda su discurso “de la esperanza”, que pronunció 17 días antes, en la Ciudad de México, frente al Monumento de la Revolución Mexicana, y que los analistas políticos consideran como el rompimiento con Salinas de Gortari, al describir el estado de desolación, frustración y desesperanza que privaba en el país.

“Veo un México –decía- de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes”.

“Veo un México –recalcaba- con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”.

Siendo candidato del partido oficial, el PRI, resultaba insólito que Luis Donaldo señalara : “Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros. Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida. Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio. Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del gobierno”.

No tardó mucho tiempo, en pagar su osadía. 17 días después, en un acto de proselitismo en una colonia popular de Tijuana, Lomas Taurinas, pese al cerco de seguridad, formado por elementos del Estado Mayor Presidencial, un jovenzuelo, de solamente 22 años, sorprendió por la espalda al candidato, y le disparó en la cabeza, ocasionándole una muerte prácticamente instantánea.

El trágico hecho estremeció al país. La sombra de la tragedia, había marcado el destino de la familia de Colosio. 8 meses después, en noviembre de ese año, víctima de cáncer, falleció su esposa, Diana Laura Riojas.

La pareja dejó en la horfandad, a sus dos hijos : Luis Donaldo, de 9 años y Mariana, de 2, quienes se desarrollaron en Monterrey, Nuevo León, al lado de una hermana de su madre.

El próximo 4 de marzo, por primera vez vendrá a Tijuana, Luis Donapdo Closio Riojas, el hijo del malogrado candidato presidencial priísta, 17 años después del asesinato de su padre.

Vendrá a dar una plática motivacional, en el Auditorio de Tijuana, y aprovechará para visitar Lomas Taurinas, el lugar donde fue asesinado su padre y donde cada año los priístas le rinden honores.

El visitante, de apenas 24 años de edad, es un joven maduro, Licenciado en derecho, egresado del Instituto Tecnológico de Monterrey. No es político, no está afiliado a ningún partido político, ha rechazado invitaciones, para ello, pero al igual que su padre, es sumamente reflexivo respecto a la realidad socioeconómica y política de México.

Como emulando a su padre, en el 2015, escribió una carte que tituló “ “El llanto de un mexicano”, que refleja el legado de Colosio Murrieta.

“Me preocupa –dice- que veo a un país olvidado por sus líderes, quienes se concentran en sacar adelante sus carreras y a sus partidos antes que a su gente”.

“Me preocupa –insiste- ver un abismo de desigualdad y diferencia, permeado todo por la infame indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de honrar la confianza de su gente”.

“Me preocupa –añade- ver que en el Congreso imperan el caos y la desunión, que los “triunfos” de mis diputados sean ver quién difama más al otro o quién silencia con más fuerza. Que exista un aura de trabajos inconclusos y que los pocos que se dedican al trabajo son sopesados por quienes se dedican al ultraje. Me preocupa ver más respeto en las tribunas de un clásico de futbol mexicano que en los escaños y curules legislativos”.

Ese es parte del pensamiento del joven Luis Donaldo. De no haber fallecido su padre, y si este hubiese triunfado en las elecciones presidenciales, habría sido uno de los habitantes de la residencia oficial de Los Pinos, y quizás México sería diferente.

Afortunadamente, el joven Colosio no es un “cachorro de la revolución”. No es priísta y ha rechazado toda invitación política. De lo contrario, por el apellido, más que por méritos propios, ya habría hecho una meteórica carrera política. Mínimo diputado federal.

Dado el sistema político mexicano, Luis Donaldo Colosio Riojas, es un caso raro. Siendo producto del sistema, su padre sembró la esperanza del cambio. Hoy solamente queda la duda de que si viviera, habría logrado el cambio que aparentemente pretendía y que supuestamente le causó la muerte.

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