Tijuana, B. C., a 18 de diciembre de 2016.- El capital natural provee las condiciones que hacen posible la vida y la producción de bienes y servicios, por lo que es la base del desarrollo económico y turístico en Baja California y debería ser una pieza clave en los modelos de negocios para lograr la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad.
Así lo remarcó José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), quien recordó que el capital natural se refiere a los bienes naturales de la tierra, como el suelo, el aire, el agua, la flora, la fauna y los servicios de los ecosistemas derivados que hacen posible la vida humana.
Explicó que el capital natural no se valora adecuadamente en comparación con el capital social y financiero, pues el uso diario de los bienes naturales pasa casi inadvertido en los modelos de negocios y por ello en las últimas décadas las actividades humanas han deteriorado bastante el patrimonio biológico del país.
“Utilizar el capital natural de este modo no es sustentable; todos los bienes y servicios que extraemos del capital natural tienen un valor multimillonario cada año y permiten la obtención de alimentos, agua, energía, seguridad climática, salud, todos ellos servicios vitales para sobrevivir”, destacó.
Mientras el Inegi confirma que de 2010 a 2015 la población mexicana aumentó en 7 millones de habitantes, es decir, 1.4% de crecimiento promedio anual, el Consejo Nacional de Población proyecta que en 2030 habrá 16 millones de personas más que hoy, lo que elevará la demanda de bienes y servicios.
El director del CIGA expresó que Baja California tiene retos, como especies en peligro de extinción y un abasto limitado de agua, por lo que es vital impulsar cambios, ya que el impacto de las actividades humanas sobre los ecosistemas se genera mayormente por los patrones de producción y consumo no sustentables.
“Vale la pena centrarse en el papel de las empresas tractoras y sus cadenas de suministro, en la conservación y uso sustentable del capital natural, analizando la cooperación en la conservación de biodiversidad y aprovechamiento sustentable para que sea un motor de crecimiento inclusivo socialmente aceptable”, consideró.
Hay en la historia, agregó, ejemplos de desastres terribles cuando no se valora adecuadamente al capital natural como origen de toda riqueza, darle importancia a la biodiversidad como soporte del desarrollo económico y el bienestar social pasa necesariamente por darle valor al capital natural como pieza clave en el desarrollo del modelo de negocios que se quiere.
Se deben tomar en cuenta, enfatizó, metodologías para la contabilidad y valoración del capital natural, para construir estrategias empresariales duraderas, donde se aprovechen sosteniblemente los recursos para el bienestar social, reconociendo conexión entre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Destacó que el capital natural también es una variable de extrema importancia para el desarrollo turístico, pues debe privilegiarse la conservación y el desarrollo sustentable, para lo cual se requiere un papel destacado de la participación ciudadana, incentivado por la visibilidad y envergadura de cada megaproyecto.
“El turismo sustentable, incluyendo el ecoturismo, pueden integrar la biodiversidad en los modelos de negocio para fomentar un desarrollo local, regional y nacional, sin embargo, los casos de megadesarrollos donde la contabilidad del capital natural no es adecuada, están a la vista y desgraciadamente en proceso”, opinó.
Afirmó que hoy existen mecanismos financieros cada vez más claros, que consideran lineamientos para la conservación y uso sustentable de la biodiversidad, los cuales son aplicables al sector privado, por lo que empresas y proyectos que buscan acceder a recursos de organismos internacionales deben conocer y considerar estas variables.
Como ejemplo, citó el Protocolo de Nagoya sobre el Acceso a los Recursos Genéticos y la Participación Justa y Equitativa de los Beneficios que se deriven de su Utilización, que entró en vigor el 12 de octubre de 2014 y busca más transparencia y seguridad jurídica para proveedores y usuarios de recursos genéticos.
José Carmelo Zavala Álvarez comentó que la pesca es otro giro que en Baja California resulta muy relevante, porque las pesquerías se encuentran bajo una gran presión debido a la sobreexplotación, la pérdida de hábitat y la contaminación, por lo que hay tareas pendientes.
“Es historia el embargo atunero donde los argumentos ambientales y comerciales no se compartieron y acabó con la flota y la industria atunera en Ensenada, hoy parcialmente reconvertida en ranchos de engorda de atún; la almeja, el abulón y la langosta en el Pacífico, así como el camarón, la vaquita marina, la totoaba y la curbina en el Golfo, son temas donde comercio, ambiente y sociedad no siempre han interactuado con éxito”, dijo.
Por último, señaló que el impacto negativo de las prácticas agrícolas sobre los ecosistemas y la biodiversidad se ha incrementado dramáticamente, mientras que la diversidad biológica y genética de estos ecosistemas aún deben ser tomadas en cuenta para asegurar sistemas alimentarios sustentables y sostenidos.
“Las oportunidades de negocio en este giro y sus retos son enormes considerando la tendencia urbana de la población, que pronostica para 2050 que el 80 por ciento de los habitantes vivirán en ciudades; además, localmente, Tijuana tiene la mitad de la población estatal y es la menos agrícola, discutiendo con Mexicali por el agua, donde se produce el alimento”, finalizó.