Tijuana, B. C., a 31 de marzo de 2019.- La prohibición de bolsas de plástico en mercados ayuda a que la gente entienda que debe haber un buen manejo de los residuos, pero el gobierno no debe conformarse, sino impulsar una economía circular, una regulación para que los materiales tengan un valor marginal y sean retornados, como pasa con el aluminio.
Así lo remarcó el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), afirmando que contar con un sistema depósito-reembolso permitiría que materiales que hoy están en la “basura” tuvieran un valor marginal para ser retornados a cambio de dinero, como ocurre con el aluminio, que no se queda en la basura.
“El gobierno debe incidir en esa regulación y reforzar el eslabón más débil de la cadena de valor, el post-consumo; falta cerrar el círculo para que los materiales ya utilizados tengan un valor marginal de retorno, así no terminarían en la basura, sino que se aprovecharían como materias primas para nuevos productos en una economía circular”, señaló.
Se necesita un componente legal, añadió, como podría ser una nueva ley de envases y embalajes, una Norma Oficial Mexicana o hasta un impuesto, algo que otorgue a estos materiales un valor marginal para que sea rentable su retorno, porque hoy se mezclan con otros residuos orgánicos y peligrosos, lo que encarece y dificulta su reúso o reciclaje.
La Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados, recalcó, realizará el 23 de abril el foro “México hacia una Economía Circular; los plásticos una oportunidad”, pero mientras el tema está tomando fuerza en el país, acá estamos conformándonos con las bolsas, siendo que el problema del manejo de los residuos no tiene una solución única.
“Prohibir bolsas de plástico en mercados tiene una función didáctica importante, el anuncio vigente desde el 6 de marzo por acuerdo del Cabildo de Tijuana fue un logro, pero no basta, pareciera una solución cosmética, una aspirina para un cáncer, algo que se trivializa cuando la semana pasada el gobierno dejó toneladas de basura sin recolectar”, consideró.
Con optimismo, agregó, se afirma que evitar un millón de bolsas equivaldría a 6 toneladas de basura, pero este logro se trivializa si falta congruencia, si en la primera ciudad fronteriza en prohibir las bolsas de plástico, el gobierno deja tiradas en banquetas y calles gran parte de las mil 500 toneladas diarias de basura por no pagar a los empleados, siendo que pagar un día feriado no es una contingencia, es algo programable y presupuestable.
Reiteró que una ley de envases y embalajes debe dotar a los materiales un valor mínimo, un precio marginal, se estimularía el acopio, como ocurre con las latas de aluminio en recicladoras, pero hoy las botellas de vino están tiradas en Valle de Guadalupe, porque el vitivinicultor no quiere lavarlas y lo mismo sucede con las llantas, que están dispersas.
“En un sistema depósito-reembolso todos los materiales tendrían un valor marginal, un precio de retorno que debe poner el fabricante, el gran distribuidor; el fabricante de una marca de aceite para carro no quiere ver que botes con su logotipo estén contaminando mares o flotando en Imperial Beach, se requiere de las empresas una responsabilidad social extendida”, insistió.
El experto en gestión estratégica del desarrollo opinó que la ruta debe ser la economía circular y no el prohibicionismo, porque muchos productos y materiales en la basura deben tener un precio marginal de retorno, como filtros de automóviles, botes vacíos de fluidos automotrices, medicamentos caducos, baterías, botellas de vino, aceite usado, entre otros.
Hay que avanzar a una ecología urbana de “cero residuos”, un metabolismo urbano donde “los residuos no son basura”, sino la materia prima del siguiente proceso metabólico, precisó José Carmelo Zavala, uno de los 300 expertos mexicanos egresados del Programa LEAD, reconocidos líderes comprometidos con el desarrollo sustentable.
“Apliquemos economía circular, cerremos círculos definiendo un precio marginal al material de envases y embalajes, para que no se convierta en basura y no sea despreciado, sino que sea separado y se acopie para reúso y reciclaje; tapas, popotes, bolsas, colillas de cigarros y botellas no irán al mar si colaboran gobierno, empresas y sociedad”, dijo.
Zavala Álvarez reiteró que falta una ley de envases y embalajes que incluya el ecodiseño de los productos y que amplíe la responsabilidad social de las empresas, las cuales deben sacar la “cuenta completa”, porque el reúso y reciclaje deben estimularse, no castigarse, como hoy pasa con las llantas, por las que hay que pagar al dejarlas en centros de acopio.
“Necesitamos políticas públicas transversales, coherentes, articuladas y alineadas en la misma dirección, para que desde su fabricación y comercialización se definan y asignen precios a los envases y embalajes, de modo que se estimule y asegure su retorno, que se cierre el círculo aprendiendo de la naturaleza, donde no existe la basura”, finalizó.