Tijuana, B. C., 13 de agosto de 2017 (GT).- Miles de llantas de desecho siguen arrojándose a baldíos, tiraderos y a orillas de las carreteras, pero un mejor manejo es posible construyendo una cadena de valor en la que se promueva su segundo uso y su reciclaje, para lo cual también se necesita la responsabilidad social extendida de las empresas fabricantes.
Así lo consideró el ingeniero José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), exhortando a autoridades y empresas a construir opciones para las llantas de desecho, extendiendo su ciclo de vida y logrando una economía circular en la que no pierdan su valor residual.
“Al fabricante le debe importar dónde queda su marca después de ser usada por un primer propietario, de tal manera que las llantas usadas tengan un valor residual que les permita no salir de la cadena de valor, sino seguir un camino o corriente que permita su acopio sin fugas, así es como opera la economía circular”, explicó.
La vecindad de California y Baja California, añadió, muestra que la responsabilidad es compartida entre el origen y el destino de los residuos, pero falta más protagonismo en el fabricante, una responsabilidad social extendida que considere el post-consumo del producto que lanzó al mercado, como ya ocurre en otros giros.
Hoy, continuó, la gente paga para llevar sus llantas a centros de acopio, pero lo ideal sería un estímulo a la inversa: que no se cobre, sino que se pague a quienes llevan una llanta para su correcta disposición final, porque estas llantas deberían reusarse o al menos reciclarse a través de, por ejemplo, la molienda.
Zavala Álvarez precisó que el reto sigue siendo no solo invertir el esquema para que se pague al ciudadano que lleva una llanta al centro de acopio, sino también dar un uso estratégico a los recursos que se captan por el pago de impuestos vinculados a lo ambiental, como este pago en el depósito de llantas y el pago por la verificación vehicular.
“Extender el ciclo de vida implica un segundo uso, cumpliendo una función que demande características o calidades diferentes en el producto: para circular en carretera a una velocidad de 70 millas por hora, una llanta debe ofrecer seguridad al usuario, pero en un segundo uso en terracerías, a 10 millas por hora, su riesgo es mucho menor”, opinó.
Otro caso, agregó José Carmelo Zavala, son las llantas de los camiones que entran en algunos rellenos sanitarios, las cuales se dañan por cortes con metales o vidrios, no por desgaste, de modo que no tiene sentido ponerles llantas nuevas que se destruirán por daños físicos en el camino, llantas usadas serían una opción rentable.
Opinó que el valor residual del producto usado se asocia al material de construcción o elaboración, pero también al valor de marca; otra vía es facilitar el desensamble: pueden separarse materiales para su remanufactura, considerando las piezas con mayor vida útil para hacerlas independientes al conjunto armado del producto.
“Con los años, el menú de opciones para extender el ciclo de vida de las llantas ha pasado de elaborar artesanías, hasta usarlas para estabilizar taludes en forma rústica y técnica; producir sandalias, tejas, macetas, mobiliario recreativo, cercos, barreras, pirolisis, asfalto silencioso, llantacreto, tartán para atletismo, pisos para juegos infantiles, combustible alterno, entre otros productos”, comentó.
También las instituciones y liderazgos, opinó, han cambiado sus roles y nivel de involucramiento; el comercio y fabricantes ahora se asumen con mayor responsabilidad las regulaciones y su aplicación, además de que ha crecido el acervo académico y científico, lo que ayuda a la reflexión y a explorar opciones.
Recordó que en la administración del exgobernador Ernesto Ruffo Appel, surgió la primera autoridad ambiental estatal, estrenándose con un decreto para la solución definitiva de las llantas usadas, así decía literalmente el texto, definitiva, pero aquí seguimos, viendo las llantas rodar sin una solución sustentable.
“El problema de las llantas no terminará pronto, pero seguir trabajando con espíritu de colaboración, no de competencia, ayudará al largo camino en la búsqueda de soluciones sustentables; además, hoy los argumentos de salud y ambientales cobran fuerza, evidenciando que antes no les dimos una valoración justa”, finalizó.