Por : Gilberto LAVENANT
Dicen que después de la tempestad, viene la calma.
Tijuana BC 18 de junio de 2016 (GT).- Es interesante observar lo que reflejan los resultados del proceso electoral del pasado domingo. En especial en Tijuana. Con todo y que no son oficiales, pues están pendientes los recursos que presenten los diversos partidos políticos opositores al PAN.
Este fue un fenómeno político, que tiene varias lecturas o interpretaciones.
La primera, inobjetable, que persiste el abstencionismo. Nadie logró motivar a los electores. Ni los políticos tradicionales, ni los supuestos independientes.
La segunda, que el voto duro de los supuestos partidos grandotes, se está haciendo chiquito.
Tercera, se mantiene el repudio o hartazgo, respecto a los políticos tradicionales, que en este caso se canalizó a favor de un partido pequeño, que en el pasado ha estado coaligado con el PRI y con el PAN.
Los candidatos ciudadanos o supuestos independientes, resultaron un fracaso, porque los electores consideraron que se trataba de “la misma gata, nada más que revolcada”. Por ello la baja votación que captaron. Casi inexistente.
El PAN presume triunfos, cual si nadie se hubiese percatado que este proceso estuvo plagado de trampas y chanchullos. Pero tratan de aparentar que ignoran que su voto duro, se redujo al 50%.
Veamos este aspecto, para que quede claro. Supuestamente el panista Juan Manuel Gastélum Buenrostro, ganó con 80 mil 665 votos. Pues deben saber que le debería dar vergüenza, reconocer que obtuvo 78 mil 865 menos que Carlos Torres Torres, quien perdió ante el priísta Carlos Bustamante en la contienda de 2010.
Como también debería darle vergüenza, que tuvo 94 mil 389 votos menos que los que logró Alejandro Monraz Sustaita, en el 2013, que fue vencido por Jorge Astiazarán.
Es evidente que el voto duro del panismo, se desplomó en al menos un 50%. De no haber sido por las trampas y triquiñuelas –llámese nómina, programas sociales y compra de votos- la derrota del panismo hubiese sido fulminante.
Lo irónico, y ese es otro aspecto interesante de este fenómeno político, es que persiste el repudio o rechazo hacia los políticos tradicionales o partidistas, que en esta ocasión se canalizó hacia un partido pequeño, lo que lo llevó a contender con los grandulones, por el primer lugar.
El PES, es un partido demócrata cristiano, que en pasadas elecciones ha tenido que coaligarse con el PRI y con el PAN, para poder subsistir.
Lo irónico, es que le atinaron al postular a un personaje que no es político, sino militar retirado, metido a policía, quien desarrolló su campaña postrado en una silla de ruedas, con un discurso monotemático, a partir de la seguridad pública, bajo el lema de que ya había sacado a los malandros de la calle y que ahora está dispuesto a sacarlos del gobierno.
Según los resultados del PREP, Leyzaola logró 77 mil 031 votos, o sea 3 mil 334 menos que el panista Gastélum, y 34 menos que el priísta Mendívil.
Y conste, Leyzaola no tiene la experiencia ni la trayectoria política de Gastélum o Mendívil, y el PES no tiene la estructura, ni el voto duro del PAN, o del PRI, Panal, Pvem y PT, los partidos que en coalición postularon a Mendívil.
Además, debido al atentado que sufrió en Ciudad Juárez, Chihuahua, Leyzaola realizó su campaña a bordo de una silla de ruedas.
No ganó el PES, perdieron los partidos políticos. Entre ellos el PAN, que se proclama triunfador.
La intención del columnista, no es, de ninguna manera, desacreditar o descalificar a Leyzaola, sino observar lo que refleja un fenómeno político.
Quienes votaron a su favor, seguramente piensan que la violencia e inseguridad de Tijuana, desaparecerá como por “arte de mágia”, si Leyzaola llega a ser Alcalde de Tijuana. Ilusos.