Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 30 de abril de 2015 (GT).- Nadar “de muertito”, es un estilo o forma especial, que consiste en flotar sobre el agua, de espaldas, sin hacer movimiento alguno, de forma tal que el nadador, aparenta estar muerto. Sin vida.
Son muchos los que practican esa forma de natación. Políticos y no políticos. Algunos llevan años haciéndolo, al grado de que pueden ser considerados unos expertos.
Pero, en este caso, no se trata del desplazamiento en el agua, en una piscina o en el mar, sino en la vida diaria, en la política, en todo tipo de actividades.
La mayoría de los ciudadanos, incluso políticos, empresarios, funcionarios públicos, “nadan de muertito”. Puede ocurrir una tragedia o registrarse un hecho político o social, trascendente, y la mayoría hace, como que no se percatan de ello.
Hay quienes argumentan, que repudian la política. Que por eso prefieren mantenerse al margen de todo lo que ocurre. Más aún, si los involucrados o protagonistas, son políticos. Que por eso no leen periódicos, medios impresos en general, ni escuchan noticieros radiofónicos o televisivos.
Quienes piensan o actúan de esa forma, piensan, ingenuamente, que adoptando la postura del avestruz, o sea manteniéndose al márgen o enterrando la cabeza en un hoyo, para no enterarse de nada, se van a poner a salvo de sus efectos.
Hasta cierto punto eso es explicable, y se entiende, respecto de ciudadanos comúnes y corrientes, que ya no sienten lo duro, sino lo tupido. Que culpan a los políticos, de todos sus males. Los salarios que perciben, cada día son más pequeños y, por el contrario, los satisfactores que requieren para subsistir, cada día más caros.
Pero hay muchos otros que también “nadan de muertito”. Ese es el caso de empresarios, hombres de negocios. Padecen a los malos gobernantes. Tienen los medios, la experiencia y la capacidad, para evaluar las acciones de gobierno, pero no se atreven a criticar a nadie. Ni siquiera los dirigentes de los organismos empresariales. A todos ellos, les resulta más fácil, y sobre todo más cómodo, “nadar de muertito”.
Lo lamentable es que hay quienes, tienen la obligación y facultad, de vigilar a los gobernantes. En especial, observar qué destino dan a los recursos públicos y, en lugar de hacerlo, cierran los ojos, o voltean a otra parte. Eso está muy delicado.
En los últimos días, varios temas han estado impactando a Baja California. Ante los cuales, la mayoría de los bajacalifornianos, han optado por “nadar de muertito”.
Las condiciones de esclavitud, en que durante años han sido explotados los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, que aún están en pie de lucha, exigiendo salarios remuneradores y mejores condiciones de vida.
La suspensión de clases, por parte de los trabajadores al servicio de la educación, por incumplimiento en el pago de salarios y otras prestaciones, y la nula atención a quienes hace tiempo reunieron los requisitos y condiciones para su jubilación.
El grosero o descarado, enriquecimiento inexplicable, de Francisco Arturo Vega de la Madrid, actual Gobernador de Baja California, que no corresponde a su trayectoria política, ni mucho menos a su modesta vida empresarial.
Los negocios, que los políticos continúan haciendo, aprovechando los cargos públicos que ocupan, y la información privilegiada que como funcionarios tienen a la mano, y las “atenciones” o “favores” que sus colaboradores les dispensan.
El abultamiento de nóminas de gobierno, con supuestos asesores, que cobran altísimos sueldos, sin realizar alguna actividad específica y efectiva. Más bien como pago por su participación o solidaridad con sus proyectos políticos.
Las lamentables condiciones socioeconómicas en que se encuentra la entidad, donde las fuentes de trabajo dejan de operar, y las que se abren, son las de sueldos bajísimos, similares o peores a los que perciben los jornaleros de San Quintín.
Pero, nadie dice nada. Como que la mayoría de los bajacalifornianos, viven en otro mundo o ya dejaron de existir. O simplemente se mantienen “nadando de muertito”.
En el caso de los legisladores locales, en lugar de atender el tema de los trabajadores agrícolas de San Quintín, el paro de los profesores o la sospechosa riqueza del Gobernador panista, se encerraron a operar la reforma electoral. Como si esto fuese lo urgente y necesario en la entidad.
Evidentemente, los flamantes diputados, no tienen el valor –o les vale- para cuestionar al gobernador, o a cualesquier otro funcionario público, que no esté cumpliendo, cabal y honestamente, con su función. Incluso ellos mismos.
Pregunten a directivos de cámaras empresariales, colegios de profesionistas, partidos políticos, organizaciones laborales y sociales en general, si es que no les dá vergüenza, ante tantos y serios problemas que aquejan a Baja California, “nadar de muertito”.
Pareciera que la entidad es un pueblo fantasma. Totalmente deshabitado. Donde nadie se atreve a levantar la voz. En el que los reclamos son “entre dientes”.
Más de dos semanas sin clases, es una prueba fehaciente, de que las cosas andan mal. Sumamente mal. Pero no hay valor civil para decir : ¡ya basta!
gil_lavenants@hotmail.com