Por : Gilberto LAVENANT
Tijuana BC 17 de octubre de 2015 (GT).- En México, con frecuencia surgen instituciones educativas, con nombres apantalladores, que prácticamente se dedican a la venta de títulos profesionales, aunque muchas de ellas, si no es que la mayoría, ni siquiera cuentan con registro o autorización oficial, por parte de las autoridades educativas competentes.
De ahí que alguien, que nunca ha estado en una aula universitaria, ni de visita, de pronto presume título de determinado grado académico, Licenciatura, Maestría o Doctorado. Y el problema es que los presumidos se lo creen.
A las instituciones que producen “profesionistas al vapor”, se les identifica como “escuelas patito”, para referir que aún cuando reúnan los requisitos básicos para su funcionamiento, éstas, y las constancias de estudios que expiden, carecen de calidad académica.
Pero esto no solamente ocurre en el ámbito educativo. También hay organizaciones, dedicadas a otorgar “premios patito”. Hay uno en especial, “El Tlatoani”, que se otorga a los “mejores” gobernantes.
Y no hay duda de que se trata de “premios patitos”, pues los otorgan a funcionarios con pésima imagen. A lo peorcito, podría decirse. Al grado de que se presume que eso de que los otorgan, es solamente un decir. Pues obvio que se los venden.
A los “suertudos” funcionarios, les vale gorro, la frase aquella de : “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Ellos se aferran a la expresión de que “nadie es profeta en su propia tierra”.
En el 2014, luego de haber estado involucrado en una serie de polémicas o controversias, además de ineficiencia, al Síndico Procurador del XXI Ayuntamiento de Tijuana, Arturo Ledesma Romo, le entregaron el Tlatoani, reconociéndolo como “el mejor Síndico del país”.
Las risas burlonas se observaron en todas partes. Y los comentarios mordaces : “si este es el mejor, ¿cómo estarán los demás?
En México hay 2,457 municipios y las 16 delegaciones del Distrito Federal. En todos y cada uno de ellos, debe existir un Síndico Procurador. ¿Cómo le harían, los promotores del Tlatoani, para determinar que el Síndico Procurador de Tijuana, es el mejor de todos ellos? No se hagan bolas. Evidentemente es un premio “patito”, que se entrega al mejor postor.
Por cierto, el Síndico Ledesma Romo, ya presumió, en días pasados, que este año también le tocará Tlatoani. Esto es ridículo, pero en fin, de algo tiene que presumir. En el medio artístico, así como reconocen lo bueno, reconocen lo peor. La peor película del año. El peor actor. El Tlatoani, debe ser considerado, como el premio a los peores políticos mexicanos.
Este año, se agrega a esa lista de “premiados”, el panista Ricardo Magaña Mosqueda, Secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado. Dizque por ser “el mejor”, de todos los funcionarios del ramo, de los gobiernos estatales del país.
No es necesario hacer consulta alguna, para observar que el citado funcionario estatal, está en el máximo nivel, de los políticos bajacalifornianos, controvertido y cuestionado, por supuestos malos manejos de recursos públicos.
¿Cómo le hacen, los señores del llamado Instituto Mexicano de Evaluación, y del Instituto de Mejores Gobernantes, para descubrir a estas joyitas?
¿Qué tipo de lupa utilizan, para, a tres mil kilómetros de distancia, identificar las “virtudes” de estos funcionarios, que aquí son reconocidos como los peores?
Está bien que se diga, que nada es verdad, que nada es mentira, que todo es del color del cristal con que se mira, pero es ridículo, reconocer como buenos, a los pésimos y cuestionados.
Para colmo, los “afortunados” presumen abiertamente sus “reconocimientos”. Incluso propalan, oficial y públicamente, sus presuntos “méritos”. Dizque por ser los mejores en la función pública y que ello ha trascendido a nivel nacional. Verguenza, debería de darles.
Pero, en fin, dirán que en los carnavales se premia al “Rey feo”, no al “Príncipe Azul”. La política es un carnaval, donde se premian los aspectos negativos de los políticos. Al más corrupto, al más inepto, al más incapaz. Eso ha de ser.
Esto de los “premios patitos”, es una burla, para el sistema político mexicano. Algo irónico, cuando cada día se habla de fuertes intenciones de combatir la corrupción y la impunidad.
Alguien debe poner freno a esos individuos que recorren el país, dizque para reconocer a “los buenos gobernantes”. Porque alientan a los corruptos y sinvergüenzas.
Pero nadie dice nada. Todos, ciudadanos y políticos en general, actúan como simples espectadores. Con su silencio, en cierta forma validan los “reconocimientos patitos”.
Al paso que vamos, pronto, habrá quienes premien, a los rateros más audaces, con botines más cuantiosos o mayor número de atracos.
Que premien a los capos más peligrosos o más destacados, del crímen organizado.
Tal parece que la sociedad mexicana, va en retroceso, al reconocer como bueno, lo negativo, o nefasto. Y al otorgar títulos profesionales, cual si fuesen títulos de nobleza, por unos cuantos pesos. Como los cangrejos.