Baja California 30 de septiembre de 2016 (GT).- Fue durante el proceso electoral federal de 1988 cuando Carlos Salinas de Gortari, entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, abanderó su campaña con el lema “Que hable México”.
La oración se antoja para ser considerada como una provocación mordaz del equipo salinista, luego de la desbandada protagonizada por su principal competencia, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en mérito de una elección interna bajo sospecha.
Ajeno a todo ello, la frase es buena por sí misma, muy adecuada para la situación que vive actualmente el priismo en Baja California. Y es que tal parece que para formar parte de la familia tricolor se requiere portar permanentemente anteojeras, ese instrumento utilizado con el propósito de no ver más allá que lo que el conductor ha trazado como camino.
No me gustaría siquiera considerar la posible presencia del espíritu posesivo de Elías Calles en la vida contemporánea de la institución partidista más antigua de nuestro país; por tanto el partido político con más historia, con más experiencia, con más amplios y mejores resultados, creador del México de las instituciones, esas a las cuales, por cierto, Andrés Manuel mandó “al diablo”.
Si bien don Plutarco tuvo el tino de poner la primera piedra de lo que con el devenir de los años se convertiría en el PRI, también sentó las líneas estratégicas a seguir conforme a su tiempo y contexto. Subrayó: conforme a su tiempo y a su contexto, pues hoy esas técnicas dictatoriales han caducado.
Soy un convencido de que el PRI debe retomar el sentido de su existencia, de su concepción misma, pues estoy seguro de que su esencia radica en escuchar a México, en especial a los bajacalifornianos. Han quedado atrás los tiempos de las promesas y discursos acartonados; el cartucho de la imagen estética creada y la inconexa modernidad también ya fue gastado.
Hoy nos corresponde retomar lo que hicimos bien durante tantos años pero sobretodo tenerlo muy presente y muy en claro: el PRI nació para escuchar, servir y dar voz a las demandas de la gente, esa gente que hoy quiere expresarse, que quiere participar, que señala pero también propone y se suma a las buenas causas.
Que hable Baja California, esa es mi propuesta; nosotros desde nuestro origen asumimos -de facto- la tarea de escuchar y responder.