La ilusa ciudadanización

Por : Gilberto LAVENANT

Tijuana BC 26 de abril de 2015 (GT).- Ante el rechazo o repudio de los políticos, por los electores en general, que se presume es uno de los factores principales del alto grado de abstencionismo –en los comicios del 7 de junio se estima que solamente votará el 25 %- se empezó a generar la idea de que la opción ideal, para componer o mejorar las cosas, es que los ciudadanos participen en la política.

Directa o indirectamente, muchas personas se pronuncian a favor de que los ciudadanos sustituyan a los políticos. Esto también como un paso importante para acabar con la partidocracia, que tiene agobiado y secuestrado al país.

Los mexicanos viven mal, para mantener a los miles de zánganos que viven de la política, sin hacer nada a favor de los mexicanos. Para tener una idea más o menos clara de esto, cabe observar, que este proceso electoral tendrá un costo superior a los 18 mil millones de pesos, de los que más de 5 mil millones, serán entregados a los partidos políticos.

Por ello, los políticos manipularon las cosas, a fin de generar una ilusa ciudadanización. Dicho en otras palabras, hicieron creer, que están dispuestos a abrir el paso a los ciudadanos, para que los suplan en los procesos electorales. Por ello, crearon la figura de las candidaturas independientes, dizque para que personas ajenas a los partidos políticos, pudiesen participar en las contiendas, para ocupar puestos de elección popular.

Pero esto, fue un mero simulacro. Establecieron tantos requisitos para ello, que en Baja California ni un solo ciudadano, pudo lograr una candidatura. Y ese era precisamente el propósito. El engaño surtió efectos.

Por otra parte, los partidos políticos, incrustraron ciudadanos en sus propuestas a candidatos, tratandode desviar la atención y que sus respectivos “cartuchos quemados”, pasaran desapercibidos.

La farsa queda al descubierto, cuando los ciudadanos, cuentan, que si bien es cierto que fueron postulados por partidos políticos, debidamente registrados, como se dice vulgarmente “los mandaron a la guerra sin fusil”. Algo totalmente absurdo.

Efectivamente, les asignaron las candidaturas que les sobraban o que no tenían con quien cubrirlas, pero no les proporcionaron ni la más mínima preparación, ni les asignaron a algún asesor, conocedor de cuestiones políticas, para que les hiciera saber qué tenían qué hacer en una campaña política.

Además, no les dieron la información base, necesaria para sus discursos, para responder cuestionamientos con periodistas o con electores. Por lo tanto, los candidatos a diputados federales, dicen lo que se les ocurre y por lo tanto, hablan sin ton, ni son.

Ni siquiera saben distinguir la derecha y la izquierda. No conocen los distritos electorales. Es más, no saben cuales son las funciones de los diputados federales, a tal grado que se desconciertan y se confunden, cuando se les cuestiona respecto de su agenda legislativa.

La mayoría de los candidatos a diputados federales, que pregonan ser ciudadanos y no políticos, no tienen la más elemental idea de lo que es la política. Carecen de un proyecto social y en especial, de uno de carácter político.

Afirman, que reúnen el perfil requerido, porque participan o han conocido el funcionamiento de organismos no gubernamentales. Ese es su entorno. Su zona de confort. Pero carecen de una verdadera estructura político partidista. Por eso argumentan que su campaña la desarrollan “casa por casa”. Cuando los distritos tienen más de 300 mil electores, ni el año completo les alcanza para tocar a las puertas de todos y cada uno de ellos.

Ni siquiera los políticos, “viejos lobos de mar”, cuentan con una real estructura político-partidista, que les permita establecer contacto con el mayor número de electores.

De paso, casi a la mitad de la campaña, la mayoría de los candidatos no han recibido ni un solo peso, para cubrir los gastos de traslado, publicidad y labores de proselitismo. Lo poco o mucho que han logrado hacer, lo han cubierto con sus recursos personales y algunos han integrado sus equipos de campaña, con amigos y parientes.

Por cuanto hace a la falta de recursos, tratan de justificarlo explicando que son engorrosos los trámites para abrir la cuenta bancaria donde les deben hacer los depósitos.

Así mismo, la fiscalización de gastos de campaña, por parte del Instituto Nacional Electoral, los tiene traumados. Cuentan, que hasta de las tortillas que compran, para sus alimentos personales, requieren exhibir factura y las tortillerías, donde las compran, deben estar registradas ante el INE en el padrón de proveedores o prestadores de servicios.

Por eso, muchos no han pintado, ni una sola barda. No han mandado elaborar folletos o pegamentos con sus nombres, de tal forma que, para muchos electores, han pasado desapercibidas las campañas. Por eso se dice que no prenden.

Otro aspecto importante, es que nadie quiere aceptar o reconocer, que el hecho de ser ciudadanos, ajenos a los partidos políticos, no garantiza que no sean corruptos o que no estén involucrados con grupos de mafiosos.

Ante tal incertidumbre, y ante el hecho inegable de que se está ante una ilusa ciuidadanización, muchos electores podrían votar por candidatos de los llamados partidos grandotes, por aquello de que “más vale malo por conocido, que bueno por conocer”.
gil_lavenants@hotmail.com

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