El Cabo Fidencio Castro dio lo mejor de sí a Bomberos de Tijuana

Tijuana BC 10 de Febrero de 2016.- El Cabo Fidencio Castro Santacruz, quien falleció el 4 del corriente mes, fue despedido con honores por sus compañeros de la Dirección de Bomberos, de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), corporación a la que dio lo mejor de sí a lo largo de 15 años de servicio oficial.

Para decirle el último adiós también estuvieron presentes sus familiares, miembros de la Sociedad de Historia de Tijuana y amistades que forjó durante su fructífera existencia.
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Fidencio Castro Santacruz nació en esta ciudad el 8 de Febrero de 1928. Hijo de Trinidad Castro y Rosario Santacruz, fue alumno de la escuela primaria “Miguel F. Martínez”, de donde el 25 de Noviembre de 1938 escapó para ver de cerca un incendio que se suscitaba en calle Segunda, entre Revolución y Constitución.

Ese mismo día nació su admiración y su pasión por el trabajo de los Bomberos.

Impulsado por su deseo de estar cerca de ellos, de máquinas extintoras, mangueras y escaleras, se convirtió en su bolero preferido, lo cual le permitió colarse entre los cajones para llegar rápida y subrepticiamente a los incendios.

En 1947 se convirtió oficialmente en Bombero y se retiró en 1962.

En ese lapso buscó la oportunidad de participar como instructor militar, instructor deportivo, instructor de Bomberos, inspector, perito, pintor, enlace con la ciudad de San Diego y alcanzó el grado de Cabo, que representaba entonces jefe de uno de los dos turnos de labores.

Además, en su trabajo cotidiano participó en emergencias e incendios relevantes, y quedó especialmente marcado por la tragedia del salón de eventos y cine “El Coliseo”, el 22 de Diciembre de 1951.

En sus narraciones tan vívidas y llenas de detalles de esa desgracia hizo hincapié en la importancia de la preparación y el entrenamiento diario, en la constancia en de los Bomberos para hacer su trabajo con honor y dignidad, para evitar que tragedias como esa vuelvan a repetirse en la ciudad.

El Cabo Fidencio Castro Santacruz legó a su familia su amor, su paciencia y sus sabios consejos.
A los Bomberos de Tijuana dejó lo mejor de sí, su amor por la camiseta, y su compromiso, su carácter para desarrollar su labor con máxima pasión y fervor.

Además, seguir su ejemplo significa un gran compromiso para quienes cumplen a diario esa noble tarea.
¡Descanse en paz!

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